Versátil hasta decir basta y con La Algaba en su ADN. Rafael es su abuelo, que se curtió en el oficio de picador de toros, pero también es Freddie Mercury en los más de 40 conciertos de este 2022 donde rinde tributo con su banda al mítico grupo británico Queen. Ha sido barbero y narra sus días como escritor tras escribir su último libro de relatos cortos ‘¿Por qué doblan las campanas, ahora?’ Entramos en su casa que resume gran parte de su vida, esa que se divide entre el albero del ruedo y las teclas de un piano.
¿Quién es Rafael? Me cuesta mucho definirme , no me gusta hablar de mí.
Pero su biografía dice que a picador, musico, escritor y hasta fue barbero… Mi profesión es picador de toros. Ahora estoy más centrado en la música. Tengo mi carrera de piano pero lo que me siento es picador. Es lo que tengo más dentro de mí desde que era niño. Yo me considero un picador de toros que hace todo lo demás.
¿De dónde te vino esa afición?
Mi abuelo ya lo fue entre los años 40 y 70. Con doce años, viendo las fotos de él, me entró el veneno y decidí empezar a entrenar hasta hacerme profesional
¿Con quién estuvo tu abuelo?
Diego Puerta, Chicuelo II, Miguelín, Antonio Ordóñez; con todos los buenos de la época…
¿Y usted?
Con Mario Coelo, Emilio de Justo, Joselito Adame, Álvaro de la Calle, alguna corrida esporádica con el Cordobés hijo…
Y cambiando de tercio, nunca mejor dicho. ¿ lo de la música por donde le llegó?
Siempre me ha gustado la música y tocar el piano. Cuando tuve la oportunidad y dinero, me compré un piano y empecé a estudiar en el conservatorio. Aprovechaba los tiempos libres de la temporada taurina. Había una época en la que el toreo te permitía solo vivir del toreo y vivías en invierno perfectamente con lo que ganabas durante la temporada. En esa época, había otras cosas y entre ellas estaba esa. Fredy Mercury me ha inspirado mucho siempre
Pues parece que las paredes de su casa es un claro resumen de su vida…
Mi vida es mucho más que mi casa. Hay un poco de todo lo que me gusta. Siempre he soñado con tener un piano en el salón de mi casa y ahora lo tengo. Lo usaría mucho en el confinamiento. No solo yo, sino mis amigos también.
Volviendo a los ruedos. Ha dicho en alguna que otra entrevista que el oro no es para picadores en sus trajes.
Por tradición lo llevamos, pero era el oro que se ganaron los antiguos. Nosotros no estamos ahora en la categoría del oro, estamos en la de la plata, al mismo nivel que los banderilleros y por debajo del matador. Pero sí hubo una época en la que estuvimos a la misma altura. Sus nombres venían en los
carteles.
¿Y por qué ha bajado ahora?
Porque las faenas ahora son diferentes. Antes se enfocaban más al inicio de la lidia y ahora más al tercio de muletas. El gran protagonista es el matador.
¿Cuál es la medida justa de un picador para no estropear la faena?
Es muy importante, porque de ello depende el resto de la faena, del triunfo o no del matador. La línea es muy fina entre que un toro esté bien picado y no tan bien picado.
¿Y en qué momento para?
La mayoría de las veces lo sabes antes de salir a la plaza porque ya ves al toro como se mueve. En la manera de moverse detectas si hay fuerzas o no. Llega un momento en el que le pegas el pullazo, notas como el toro pierde fuerza. Te dejas guiar por el sentido común y por las órdenes del matador. A lo mejor crees que no está lo suficientemente picado pero el matador te ordena que pares de picar. Depende también de qué matador. Toreros como El Fandi necesitan tener un toro muy vivo para sus banderillas.
De nombres de picadores referentes…
Cuando empezaba me fijaba mucho en Juan Mari García, Curro Reyes, a mi abuelo lo vi por vídeos y aprendí mucho de lo que me contaba. Salitas, que ha muerto recientemente, era otro referente.
¿Con qué toreros le gustaría trabajar?
He trabajado muy bien con Emilio de Justo, buen torero y buena persona o Álvaro de la Calle. Toreros con los que me gustaría trabajar y no he ido: José Tomás, si toreara mucho.
Morante, también.
¿Qué hay de algabeño en Rafael?
Aunque viva en Sevilla, tengo mi ADN algabeño. Mi familia está ahí, mi escuela estaba ahí, mis amigos están ahí y mis recuerdos de la infancia. Soy un hombre abierto al mundo que en cuanto tiene oportunidad se va a La Algaba.
¿Del Nazareno o la Soledad?
Nazareno. No soy hermano y no soy cofrade ferviente de todo el año, pero el momento más emotivo para mí de todo el año no es ni el toreo, ni la música, ni salir a un escenario; es ver salir al Nazareno en La Madrugada de La Algaba..
Las cosas de la familia…
En mi casa somos muy del Nazareno. Mi madre nos vestía por la mañana. De mayores mantuvimos la devoción
Ser de La Algaba imprime carácter taurino…
En el mundo del toro lo tengo todo de algabeño. Mi infancia taurina es en La Algaba. Mi abuelo era el asesor del presidente de la plaza de toros de los Carros. El presidente era el alcalde. Cuando tenía cinco o seis añitos me sentaba en sus piernas. Entrenaba por las huertas. Por eso la mayoría de picadores son de pueblo, porque te da más posibilidades de entrenar y de acceso al campo, a un caballo y a una bestia. De haber nacido en Sevilla, seguramente no sería picador.
Y también no para de cosechar éxitos con su tributo a Queen…
Es a lo que le dedico más tiempo. A eso y a escribir. Tengo enfocada mi carrera al tema musical aunque este año seguramente venga un torero mejicano con el que torearé. Cesar Fernández, el hijo de César Fernández “El Quito”. Pero en la música, producimos espectáculos, conciertos y tenemos 40 por delante en este candelaria.
¿Qué le pide al futuro?
Tiempo y salud para seguir haciendo lo que hago, que estoy en un bueno momento de mi vida. Más tiempo para escribir.
Cierto, se nos pasaba la última pata de su vida. ¿Que te falta por escribir?
Estoy escribiendo una novela que la tengo muy avanzada pero sigo escribiendo relatos, que es lo que me gusta realmente. Son historias cortas de diez o quince páginas de un hecho concreto que me invento, me sucede o novelo. A quien lo lee, le gustan. Empecé en Facebbok, no muy elaborados y de repente vi que
tenían mucha aceptación. Algunos se hicieron virales. Pensé en tomármelos en serio. El relato es un estilo que me gusta pero siempre queda la espinita de la novela, que dicen que es un género mayor. No creo que lo sea, porque hay grandes escritores que sólo han escrito relatos como Raymond Carver.
Texto: Javier Comas
Fotos: Javier Abad