Fuerza y color, como denominador común en sus obras. Extremadura y Sevilla, como la forma de representar su carácter. Artista y persona, como el mismo ser. El pintor Pérez Indiano siente orgullo por todas y cada una de sus obras, aunque siempre considera que lo mejor está por llegar. A punto de no contarlo, pero lo cuenta.


Extremadura o Sevilla?
Ambas, no se entendería a Indiano sin ellas. Una me vio nacer y es mi refugio y otra me da la vida y es mi musa. Desde pequeño he estado a caballo entre ellas, por familia y por trabajo.
Son comunidades hermanas, muy parecidas en el carácter y en la pureza de su gente. Algunas personas me hablan del caso Zurbarán para referirse a mí; nacido en Extremadura y consolidado en Sevilla laboralmente. Tengo que dar las gracias a la vida, ambas forjan mi carácter.
¿Vivo de milagro gracias a un militar?
Como todo en mi vida, tengo que hacerlo a lo grande. Fue hace unos años, pero todo tomó un matiz muy mediático… lo pasé fatal. Estuve a punto de no contarlo, pero estaba cenando con mi amigo Pedro, militar y formado en técnicas de primeros auxilios, y fue él quien me salvó la vida, ¡un héroe! No se lo deseo a nadie.
¿Cómo fueron tus comienzos como pintor o qué te hizo descubrir esta pasión?
El artista no se hace, el artista nace. A medida que vas creciendo, como persona y artista, vas adquiriendo conceptos o técnicas pero, para ser artista, tienes que sentirlo desde siempre.
Sentir esa llama que te quema y que te hace expresarte. Empecé a pintar desde muy pequeño, me acuerdo, siempre estaba con un libro que me regaló mi madre de El Greco. Ahí empezó mi historia de amor con su pintura. Necesitaba expresarme mediante la pintura y creo que ha sido la mejor decisión de mi vida. Me hace sentir libre.



¿Dónde encuentras inspiración? Un lugar o varios que te ofrezcan paz.
Es un término tan romántico como irreal. Existe, pero muy manoseado por aquellos que se refugian en ella para justificarse sobre algo. Yo lo llamo trabajo, el que trabaja en lo que le hace feliz encuentra la felicidad. En ella está la inspiración. Encuentro mi felicidad en una noche de Triana y en las primeras luces de Sevilla, cuando todo es más puro, más auténtico, más de siempre… También en El Rocío y en mi pueblo, son lugares me dan paz. La encuentro en una tarde con amigos, que es donde emerge el verdadero Indiano.
Como joven artista, tu obra se resume en un estilo personal pero innovador, de composición arriesgada, ¿eres valiente en tu vida o el artista se refugia en sus obras?
En mi caso, el artista y la persona son un mismo ser. No se entiende uno sin el otro. Mi carácter y personalidad lo ha forjado desde pequeño el artista. La valentía es la pureza de un ser, siempre he sido valiente. En ocasiones, me gustaría haberlo sido más, pero siempre valiente. Sin miedo, de frente. El artista se refugia en sus obras, es su hábitat natural, donde encuentra su zona de confort y donde se expresa libre. Yo me refugio en mi pintura. En mi mundo interior que, en cada obra, se desnuda ante el espectador. El arte es nuestra piel.
¿Una virtud? ¿Un defecto? ¿Definirse es limitarse?
Leal. Impulsivo. Definirse es aceptarse, los límites los pone Dios.
Un denominador común en tus obras.
El color y la fuerza. La garra y la pincelada decisiva, mi pintura tiene carácter. Quizás el hilo conductor sea el amarillo, color que me transmite buenas vibraciones y, sobre todo, es luz.
Más allá de las supersticiones, es un color que uso mucho en la pintura taurina.

A pesar de tu juventud, ¿has llevado una trayectoria profesional lineal o has empezado de cero muchas veces?
Siempre se empieza de cero. Tenemos que reinventarnos y tratar de superarnos. Es una carrera de fondo. Tengo que dar gracias a Dios puesto que todo lo que he logrado no ha sido buscado, ha venido en el momento que tenía que llegar y es fruto de muchas horas de trabajo y, sobre todo, de aportar algo personal e innovador en él.
En referencia al cartel de la Corrida de la Cultura de Las Ventas (mi favorito) ¿Dalí y Lorca eran o los convertiste en taurinos?
Eran muy taurinos. Grandes aficionados y con grandes
amistades toreras. Lorca tiene una extensa obra y gran parte de ella es taurina o estaba relacionada. La tauromaquia ha sido una fuente artística para él. Por ejemplo, se refleja su gran amistad con Sánchez Mejías en su libro Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Dalí también era gran aficionado y, como se puede ver en fotografías, disfrutó varias tardes en Las Ventas de Madrid.
Hay una obra en especial muy interesante y evocadora, El torero alucinógeno, en la que se puede comprobar la influencia de la tauromaquia en su pintura. El arte llama al arte.
Autor del cartel de las Fiestas de Primavera de Sevilla 2023, también de los programas de La Maestranza e incluso has expuesto en una galería de París, ¿cuál ha sido el punto más álgido de tu carrera hasta el momento?
Siempre digo que está por llegar. De cada encargo y de cada obra me siento orgulloso. Momentos álgidos he tenido muchos, pero no tienen que ver con la repercusión de la obra. Hay obras que han marcado un antes y un después en mi vida, ya sea por lo que suponía o simplemente por lo que simboliza para mí. Sin embargo, no puedo obviar los carteles que me han puesto en el candelero nacional, como el de la Corrida de la Cultura de Las Ventas o el de las Fiestas de Primavera de Sevilla 2023. Han sido 2 obras que han marcado un antes y un después en mi vida, de las que he disfrutado y sigo haciéndolo. El público reconoce tu obra en tu estilo y eso es maravilloso.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Archivo Pérez Indiano


