Ogullosa sevillana de nacimiento y, especialmente, de sentimiento. Tras su primer libro autobiográfico publicado en el año 1998, “Yo soy Rocío y tengo parálisis cerebral”, por el que tuvo el honor de recibir, de manos de la reina Sofía, un premio del Real Patronato Nacional para la inclusión de las personas con discapacidad, Rocío de los Reyes Machuca nos presenta su segunda obra literaria, una novela que se traduce como guía de nuestra ciudad y su belleza. “Mi novela pretende invitarte a descubrir, a través de la honesta experiencia de alguien sin doblez, la belleza de la vida en general y, en particular, la hermosura sin par de una ciudad como la nuestra.
Sevilla y belleza son compatibles, por no decir idénticas”.
En la actualidad, Rocío publica con frecuencia artículos de opinión en el periódico ABC de Sevilla, así como en los diarios digitales “SevillaInfo” y “Prensa Social”. Además, es la presidenta del CEDDD Andalucía (Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad y la Dependencia) y vicesecretaria de Inclusión en el Partido Popular de Sevilla y provincia.
Esta novela se puede adquirir en el siguiente enlace de “El jardín de los curiosos” (https://www.eljardindeloscuriosos.com/libro/1612/sevilla-es-bella/)
Defina belleza, por favor.
Aprender a mirar con agradecimiento y humildad, descubriendo que tú mismo formas parte y eres bienvenido a un paraíso de colores, formas y espacios, llamado Sevilla.
Defina Sevilla.
Ese cielo que percibes al mirar poniendo el corazón. La humanidad de la gente sencilla y espontánea que te acoge con humor y te envuelve con su amabilidad. La magia que te inunda al visitar sus iglesias, una leyenda por descubrir cada día… Todo eso y mucho más es Sevilla. Sinceramente, se me hace imposible encerrarla en una sola definición.
¿Qué podemos encontrar en este libro que no sepamos?
Es posible que alguien que lea esta novela no conozca alguna de las leyendas e historias que comento en ella. En cualquier caso, el principal motivo que me movió a escribirla ha sido mi convencimiento de que lo más inteligente es apostar descaradamente por el ser humano, por la capacidad de superación que cada uno de nosotros alberga en el hondón del alma. Esto lo sabemos todos, no hablo de algo novedoso, pero sus protagonistas nos instan a ponerlo en práctica, sean cuales sean nuestras circunstancias. Todo ello, con el escenario de fondo de Sevilla.
¿Es un libro que va más dirigido al residente o al extranjero?
Amo a mi ciudad, pero esto no me hace despreciar a otros. Al contrario: mi amor hacia Sevilla me hace descubrir la bondad y la belleza de personas y lugares muy distintos. De hecho, uno de los principales protagonistas es originario de una lejana ciudad del norte. En definitiva, casi podría decir que Sevilla es una excusa. La novela va dirigida a todos, sin excepciones.
¿Siente pasión por esta ciudad desde pequeña o recuerda el día en que percibió como un despertar que la hizo sentirse eternamente agradecida?
Desde niña me he implicado en todo lo que ofrece la cultura sevillana y que conforma nuestra particular identidad, participando en su Feria y en su Semana Santa. Me encanta compartir iniciativas en todos aquellos ámbitos que afectan a sus vecinos. Conocer a Sevilla, vivir sus tradiciones y costumbres, me hace quererla cada día más. Pero sí, recuerdo un día especial, la última vez que salí en la procesión del Corpus con mi querida Hermandad de La Lanzada. Una palpaba la ilusión y la fe de Sevilla entera.
¿Su lugar favorito?
Es una pregunta con una respuesta muy difícil porque son
muchos, demasiados, los lugares y rincones de Sevilla que ocupan i corazón. Si tuviera que decir solamente uno, elegiría un claustro de la Iglesia de San Martín, sede de mi Hermandad de La Lanzada, donde llevé con mis hermanas las cenizas de nuestra madre, junto a la Virgen de la Divina Enfermera. Mi madre de la vida y mi madre del cielo juntas, para siempre, en un fabuloso rincón de la ciudad más bonita.
Si nos concede el secreto, ¿dónde escribe habitualmente?
Debido a mi discapacidad, no puedo escribir con un bolígrafo o tecleando un ordenador con las manos. Esto me ha enseñado a agudizar el ingenio, llevando incorporada en la silla de ruedas una tablet en la que escribo valiéndome de mi nariz; supongo que, para ello, Dios me la concedió. Escribo en cualquier parte, ya sea viendo la iglesia de El Salvador o paseando por Sierpes o por el Parque de María Luisa. Cuando me sorprende la inspiración, me pongo a aporrear la tablet con la nariz.
Si le pidieran recomendación para un día en Sevilla, ¿qué recomendaría?
Soy de las que piensa que Sevilla, Sevilla entera, desde Bellavista a la Macarena, desde Sevilla Este a Triana, debería ser considerada por nuestras autoridades como un museo en sí misma, abierto las veinticuatro horas a todo aquel que quiera disfrutarlo. Prefiero hablar de peregrinos antes que de turistas, para referirme a aquellos que vienen a Sevilla con el corazón y los ojos abiertos. Para quienes así nos visitan, les recomendaría cualquier ruta. Incluso que la echen a suertes, no importa.
Ellos son nuestros mejores embajadores, los que hacen bella a Sevilla más allá de nuestras fronteras.
¿Qué es lo que más le gusta y lo que menos de Sevilla o sus habitantes?
Cuentan las crónicas que los terribles brotes de peste bubónica que asolaron nuestra ciudad, siglo atrás, conformaron una espiritualidad muy sevillana y seria, que no pudo arrebatarnos ni la invasión napoleónica, ni la desamortización de los bienes de la Iglesia por Mendizábal, ni el transcurso del tiempo. También cuentan que, desde la primera Feria del ganado de Sevilla celebrada allá por 1846, los tratantes cerraban un negocio con un apretón de manos y mirándose a los ojos. Disfruto sintiendo el engarce amable de lo sagrado y lo profano; el valor de la palabra dada; el respeto hacia todos, de donde quiera que vengan y siempre que trabajen por nuestra ciudad. Todo esto ha ido forjando el alma de Sevilla.
En cuanto a lo que menos me gusta, me vas a permitir que no caiga en los tópicos de la leyenda negra sobre los sevillanos, más falsa que el beso de Judas (que somos engreídos, clasistas, malajes…). No me lo creo. Es posible que todos, en algún momento, no nos hayamos comportado bien, pero no se mide el mar por su espuma. Y, en cualquier caso, un mal día lo tiene cualquiera, como dicen Los Morancos.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Archivo Rocío de los Reyes