Hay lugares donde el tiempo parece haberse detenido para dar paso a la esencia. Cazalla de la Sierra, en pleno corazón de la Sierra Norte de Sevilla, es uno de ellos. Un ejemplo con sabor a nuestra tierra. Allí, entre montañas salpicadas de encinas y calles empedradas que huelen a historia, se levanta silenciosa una construcción imponente: el antiguo convento de los Diezmos. Hoy, ese mismo lugar es la cuna de un licor que ha sabido resistir al olvido y renacer con más fuerza que nunca: Miura Licor de Guindas.
Cazalla no es un pueblo más del interior andaluz. Desde el siglo XIII, este enclave serrano se ha consagrado como uno de los grandes epicentros licoreros de España. El arte de destilar, que llegó con los árabes y fue perfeccionado por monjes cartujos y franciscanos, encontró en esta sierra un microclima y una comunidad entregada a la alquimia del aguardiente.
El convento de los Diezmos, fundado en 1588 por la orden franciscana, no solo era un lugar de oración. En concreto, en sus entrañas se elaboraban vinos y destilados con fines tanto espirituales como prácticos. Aún se conservan las antiguas tinajas que contenían vino antes de que la filoxera, a finales del siglo XIX, arrasara los viñedos de la zona y obligara a los monjes a volcarse por completo en la destilación del anís.
Fue en 1869 cuando nacieron oficialmente las Destilerías de Cazalla, hoy parte del Grupo Caballero, una empresa familiar con raíces en El Puerto de Santa María desde 1830. La destilería mantiene vivo ese legado centenario con un respeto casi religioso por la tradición.
Los verdaderos protagonistas de esta historia son los alambiques centenarios de cobre, calentados con leña de encina, que todavía funcionan como hace más de un siglo. En ellos se destila un aguardiente de anís limpio y delicado, base sobre la cual se construye el carácter único del licor Miura.
Miura no es solo un licor de guindas, es mucho más. Se trata de una obra artesanal, 100% natural, elaborada con paciencia monástica. La receta, heredada de aquellos primeros frailes, empieza con una rigurosa selección de guindas en su punto exacto de maduración. Estas se maceran con el aguardiente de anís durante mes y medio en una vinimatic. Tras ese primer paso, se realiza una suave prensada que libera todo el sabor y color de la fruta. La mezcla se vuelve a enriquecer con más aguardiente y se repite el proceso dos veces más. Solo así se logra el equilibrio perfecto entre dulzor, intensidad frutal y el inconfundible toque anisado.
Una vez estabilizado el licor en depósitos de 22.000 litros, se seleccionan proporciones precisas de cada uno para garantizar una calidad homogénea. El resultado: un licor de color rojo rubí, aroma embriagador y sabor envolvente.
Hablar de Miura es hablar de sobremesas. De esas largas charlas familiares tras una comida copiosa, donde las generaciones se cruzan entre risas y copas cortas. Así ha sido durante décadas. Pero hoy, en pleno siglo XXI, Miura ha sabido ganarse también un nuevo público.
El fenómeno del tardeo, esa sobremesa moderna que mezcla tapeo, música y buena compañía, ha redescubierto este licor como una bebida ideal para momentos especiales. ¿Cómo se toma? A la manera tradicional: en vaso bajo, con hielo. O de forma más fresca y veraniega: con hielo pilé, unas gotas de zumo de naranja y un twist cítrico para coronar. Una delicia que sabe a campo y a historia.
Aunque el Licor de Guindas Miura es la joya de la casa, la destilería de Cazalla elabora también otros productos como anises y licores que mantienen el mismo compromiso con la materia prima y la elaboración artesanal. Todo con una clara vocación: ofrecer licores de máxima calidad a quienes valoran lo auténtico.
¿Y respecto al futuro? Desde el Grupo Caballero no cierran la puerta a ediciones limitadas o innovaciones, pero siempre con una premisa: el respeto absoluto a la esencia de la marca. Porque Miura no es solo un licor. Es un pedazo líquido de la historia de Cazalla de la Sierra. Un testimonio embotellado de una tierra, de unos monjes visionarios y de una tradición que hoy, más que nunca, vuelve con fuerza.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: cedidas por Miura