Cantaora: «Sigo siendo la misma, pero con más camino recorrido y más verdad que contar»
Argentina está viviendo uno de los momentos más importantes de su carrera artística con su nuevo trabajo, “Utrera Flamenco Fetén”. La raíz de este proyecto no fue una decisión premeditada, sino el impulso ineludible nacido de una de esas noches que se graban en lo más profundo del corazón: el homenaje al maestro El Cuchara de Utrera. Fue ahí cuando Argentina sintió una conexión especial y distinta con Utrera, una de las tierras más importantes del flamenco, que la obligó a plasmar esa vivencia en un disco. El trabajo, cuyo título evoca la autenticidad, es la culminación de un proceso donde la cantaora buscó convivir desde dentro, dejando que el compás de esta tierra habitase en su ser.
Lejos de la búsqueda de la perfección que ofrece el estudio, el disco abraza la verdad implacable del directo. Esta elección formal permitió capturar las pulsaciones del cante latiendo a tiempo real y revelar el alma del flamenco, con su duende y sus “errores” que forman parte del concepto. El resultado es un “mosaico sonoro” meticulosamente construido que recorre estilos diversos —desde rumbas y bulerías hasta la soleá y los tientos— para trazar un retrato vivo del linaje utrerano. Así, la obra se convierte en un diálogo entre generaciones y palos, donde los tientos de Gaspar de Utrera se encuentran con la soleá de Fernanda y los cuplés por bulerías de Bernarda, demostrando que el arte, para crecer, debe inexorablemente volver a la raíz.

Argentina, este disco nació de una vivencia muy concreta: aquella noche en el homenaje a El Cuchara. ¿Qué sintió exactamente en ese momento para decidir que debía grabar en Utrera, y además hacerlo en directo?
Aquel homenaje fue una de esas noches que se te graban en lo más profundo del corazón. Fuimos todos los artistas a hacer disfrutar al público, a dar lo mejor de cada uno y, sobre todo, a mostrarle el cariño y el respeto a este gran cantaor como es El Cuchara, un artista con un sello tan personal y con tanto sabor a su tierra, que no se puede aguantar. Yo ya admiraba a El Cuchara desde hace años, y saber que su familia quería contar conmigo para estar en su homenaje, fue una sorpresa, sobre todo porque él les dice que es muy fan mío —sonríe—. Desde que llegué allí y me reuní con ellos sentí algo muy especial, algo distinto, algo que no se explica con palabras. En ese instante supe que algo fuerte me unía a Utrera y sentí ese impulso de grabar algo con ellos e intentar plasmar aquello que viví en ese homenaje. Y grabar en directo era la forma de hacer realidad lo que vivimos allí: sin filtros, sin trampa ni cartón, con las pulsaciones del cante latiendo a tiempo real.
“Utrera Flamenco Fetén” es un trabajo que respira verdad y raíz. ¿Qué significa para usted habitar Utrera desde el cante, más allá de rendirle homenaje?
Habitar Utrera ha sido sentirme parte de su gente, de su manera de hablar, de reír. Admiro mucho el cante de Utrera: desde Gaspar, Pepa de Utrera, Fernanda y Bernarda, siempre han sido y son un pilar fundamental a la hora de aprender y escuchar cante flamenco, pero sobre todo porque Utrera es una de las tierras más importantes del flamenco. No fui a rendir homenaje desde fuera, sino a convivir desde dentro, a dejar que el aire de sus calles y el compás de sus patios se metieran en mi garganta.


Ha grabado el disco en un espacio vivo, con guitarras, palmas y jaleos. ¿Qué aporta el directo —con toda su imperfección y su duende— que no puede captarse en un estudio?
El directo tiene esa verdad que no se fabrica. Sí, en el estudio puede buscarse la perfección, pero en esta grabación, que es una actuación sin público que simula el escenario, aparece el alma. Fue una experiencia diferente, con la atmósfera de directo y la buena energía de los músicos, que tenían la misma ilusión que yo ese día y creían en este proyecto. Fue como volver a la raíz del flamenco, al cante compartido, al momento único. Cada quejío, cada respiración, cada error incluso, forma parte de este concepto tan flamenco.
A lo largo del disco recorre estilos diversos: rumbas, bulerías, tientos, soleá, cantiñas… ¿Cómo fue el proceso de elegir y ordenar los once temas para construir ese “mosaico” sonoro de Utrera?
En principio iba a ser un solo cante, y queríamos grabarlo rápido para no perder la estela de ese buen sabor de boca que nos dejó el encuentro en aquel homenaje. De un solo tema, pasamos poco a poco a pensar que toda esta idea debería fraguarse en un disco completo. Fue el mismo proceso que he realizado con los discos anteriores: precioso de construir y del cual siempre disfruto al máximo. También me apoyé y me asesoré con Pitín Hijo para que la esencia de Utrera estuviera bien reflejada.
Cada palo tenía que representar a algún artista del cante utrerano y reflejar lo que para mí significa cada figura de allí. No quise hacer una antología, sino un retrato del alma de Utrera. Por eso hay momentos de fiesta, de recogimiento, de ternura y de poder. Los tientos de Gaspar de Utrera conviven con la soleá de Fernanda y los cuplés por bulerías de Bernarda, las cantiñas de Pinini con el aire rumbero de Bambino. Es un diálogo entre el ayer y el hoy.
El título del disco ya dice mucho: “Utrera Flamenco Fetén”. ¿Por qué ese nombre? ¿Qué quería expresar con esa palabra tan castiza y llena de alma?
La familia Cuchara tiene en Utrera un espacio cultural llamado Fetén y después del homenaje nos fuimos allí a celebrarlo; nos lo enseñaron y nos encantó el sitio.
La palabra “fetén” significa verdadero, auténtico, excelente. Cuando algo es “fetén”, es que es bueno de verdad, y eso es el cante de Utrera: una forma de hacer flamenco sin artificios, con la pureza que solo da la vida. Quise que el título sonara popular, cercano, como el eco de una conversación entre amigos después de escuchar un cante.


Habla de Utrera como una tierra que “le habló al alma”. ¿Qué tiene su compás que la hace tan especial dentro del mapa flamenco?
Utrera tiene un duende que camina entre la alegría y la hondura, entre la juerga y la oración. Es un lugar donde el ritmo no se marca, se respira. Y su manera de decir, tan natural y sin pretensión, le desarma. Allí el flamenco no nace solo del dolor o del virtuosismo, sino también de la convivencia, del amor por la tierra y la gente.
Ha trabajado rodeada de la familia de El Cuchara y de músicos de la tierra. ¿Qué le aportó esa complicidad familiar, ese “compás de casa”, al momento de grabar?
Me aportó calor, confianza, y es algo que me llena el alma, porque siempre he sentido una conexión con Utrera. Siento que, aunque no tenga la misma sangre que ellos, ya formo parte de esa familia. Ellos me abrieron las puertas de su casa como si fuera una más, y eso se nota en cada pulso, en cada ensayo. En la grabación se respiraba muy buena energía, disfrutamos mucho de cada cante, con ganas, y fue una tarde preciosa. Ese “compás de casa” es lo que hace que el disco respire naturalidad, verdad, emoción y mucho sabor a Utrera.
Su trayectoria siempre ha oscilado entre la tradición y la apertura a otros géneros. ¿Qué lugar ocupa este disco dentro de su evolución artística? ¿Es una vuelta a la raíz o un nuevo punto de partida?
A Paco de Lucía le escuché decir en una entrevista que siempre se vuelve a la raíz para seguir creciendo. Después de los proyectos anteriores, donde he dialogado con otros estilos como el son cubano, la salsa, el bolero, el fado, la copla y la música clásica, sentía la necesidad de mirar atrás y cantar desde el origen. Es cierto que, aunque he hecho incursiones en otros géneros, nunca he dejado de lado el flamenco. “Utrera Flamenco Fetén” es mi forma de decir: sigo siendo la misma, pero con más camino recorrido y más verdad que contar.
La crítica ha elogiado su capacidad de mantener la pureza sin renunciar a la frescura. ¿Cómo se logra ese equilibrio entre respeto a la tradición y libertad creativa?
Con amor y con verdad. Yo respeto profundamente a los maestros, pero el flamenco está vivo y necesita respirar. No me gusta cantar como copia de nadie, sino como una heredera agradecida que aporta su manera de sentir. La pureza no está en repetir, sino en ser honesto con lo que uno siente al cantar. La frescura nace de dejarse llevar, de confiar en uno mismo sin miedo al qué dirán.
Es una artista que ha llevado el flamenco a escenarios internacionales —desde Granada hasta Los Ángeles—. ¿Qué cree que siente el público extranjero cuando se enfrenta a un cante tan auténtico como el que se escucha en este disco?
Siento que lo viven con una emoción muy pura. Aunque no entiendan el idioma, perciben la verdad del cante, el sentimiento y la entrega. Al principio te miran con curiosidad y, a los pocos segundos, ya están dentro, conmovidos y aplaudiendo desde el alma. El flamenco, cuando se canta con verdad, no necesita traducción. Es una emoción universal.

En los últimos años ha sido reconocida como una de las grandes voces del flamenco actual. ¿Cómo vive ese reconocimiento y qué responsabilidad siente al ser considerada heredera de una tradición tan profunda?
Todo lo que he conseguido lo he trabajado a pico y pala; lo he luchado, nadie me ha regalado nada, pero lo vivo con mucha humildad y con agradecimiento. Cada palabra de cariño, cada aplauso, cada reconocimiento me recuerda que tengo una responsabilidad grande: la de cuidar este arte y seguir haciéndolo llegar a la gente. Ser considerada una de las voces de mi tiempo me honra, pero también me compromete a seguir aprendiendo, a no conformarme. El cante es un camino de largo recorrido, y yo sigo caminando con la misma ilusión que cuando empecé.
Para terminar, después de “Utrera Flamenco Fetén”, ¿qué le gustaría explorar o descubrir en su próximo capítulo artístico?
Quiero seguir explorando los puentes entre el flamenco y otras músicas del mundo. Me atrae mucho el diálogo entre culturas, pero desde el punto de vista de una flamenca y sin perder nunca mi raíz. Este disco me ha recordado de dónde vengo, y desde ahí quiero seguir soñando. Mi voz siempre buscará verdad, emoción y belleza. Lo que venga será con mucha entrega y corazón.
TEXTO: FERNANDO COPETE IMÁGENES: GERARDO MORILLO LOCALIZACIÓN: HOTEL DON RAMÓN ESTILISMO: LOZANÍA BRAND PELUQUERÍA: ENCARNA MORENO



















