PINTOR: «LA MONARQUÍA ES UN ESPEJO EN EL QUE MIRARNOS PARA ASPIRAR A SER MEJORES»
Alberto Rubio es ese niño que pintaba desde pequeño y que ha tenido la fortuna de seguir dedicándose a lo que le apasiona hasta hoy. Sevillano orgulloso de ser de Alcalá de Guadaíra, gran parte de su personalidad se la debe al folclore, a la cultura y a la forma de vida de su tierra, que lo acercaron al arte y siguen marcando su manera de ser.
Se define como un artista serio y disciplinado, en contraste casi con su carácter cotidiano. Siempre pintó, aunque también estudió Conservación y Restauración de Bienes Culturales en Sevilla, y en Madrid desarrolló buena parte de su trayectoria en instituciones como el Círculo de Bellas Artes o la Fundación Banco Santander, donde incluso coordinó el Museo de la Ciudad Financiera. Tras varios años, regresó a Sevilla para trabajar como gestor en CaixaForum con la Fundación “la Caixa”.
Al terminar esa etapa decidió dejar la gestión y entregarse por completo a la pintura. Desde entonces no ha parado de crear en su estudio, y gracias a las redes sociales muchas de sus obras se han popularizado. Entre ellas destaca un retrato de los Reyes de España, por primera vez juntos y vestidos de gala.
¿Qué diferencia a sus obras?
No sabría decir con exactitud qué las diferencia, porque dentro de mi producción todas las siento distintas: con cada una aprendo algo nuevo. Al no haber tenido una formación académica en pintura, me he formado de manera autodidacta, leyendo, observando y aprendiendo de otros artistas. Ahora mismo estoy más en la búsqueda de mi propio sello personal que en la diferenciación respecto a otros pintores. Trabajo el realismo porque me resulta muy satisfactorio ver cómo una obra puede transmitir la esencia de lo que representa. No me interesa tanto que sea una copia exacta —para eso ya está la fotografía—, sino que, además de parecerse a la realidad, logre transmitir lo que siento al pintarla
¿En qué se inspira para cada una de sus obras?
Hasta hace poco, la mayoría de mis trabajos estaban condicionados por los encargos que recibía. Siempre acepté proyectos que me apetecía hacer —de lo contrario no los habría tomado—, pero es cierto que esa dinámica marcaba mucho mi producción. En esta última etapa he podido dar un giro y centrarme en pintar lo que realmente me nace, sin la presión de un encargo previo, y ahí es donde estoy encontrando un camino más personal.
Se ha atrevido a pintar a los Reyes de España por primera vez juntos y vestidos de gala. ¿Cómo surge esta idea?
Cuando decidí dedicarme de lleno a la pintura me pregunté si estaba cómodo con lo que venía haciendo y si podría verme en el futuro pintando solo encargos de menor escala. La respuesta fue no. Durante mis años en las fundaciones debía adaptar los encargos a mi horario laboral, lo que me impedía ser ambicioso y afrontar obras de mayor envergadura. Pintar a los Reyes fue para mí un objetivo claro: un reto que me obligara a aprender, crecer y cumplir con mis propias expectativas.
La idea nació de mi interés por el retrato. Siempre que he visitado museos como el Prado o el Palacio Real me ha fascinado cómo los pintores dejaron inmortalizados a los monarcas de su tiempo, congelando la historia en un lienzo. Quise aportar mi granito de arena a esa tradición, continuarla con mi mirada y contribuir, en lo posible, a la historia del arte.
¿Cómo ha sido el proceso?
Desde el principio tuve claro que debía retratar a ambos, a Felipe VI y a la reina Letizia. Al Rey se le ha representado en numerosas ocasiones, pero me parecía fundamental incluir a la Reina, no solo por su papel institucional, sino también por la relevancia que ha tenido en el ámbito social y cultural, algo que yo mismo pude apreciar de primera mano trabajando en fundaciones vinculadas a las causas que ella apoya. Quería que el retrato reflejara esa dualidad y que quedara como testimonio de este momento histórico, mostrando a la pareja real en toda su dimensión y con la solemnidad de una obra de gala.
¿Qué papel han jugado las redes sociales en este proceso?
Han sido fundamentales. Empecé a pintar esta obra hace un año y, aunque al principio solo me grababa para mí, en marzo abrí una cuenta en TikTok casi por casualidad, sin saber usar la aplicación. Mi idea inicial era presentar el cuadro de forma tradicional, como con un cartel, pero me pareció anacrónico. Decidí entonces compartir el proceso paso a paso, mostrando
los avances. Eso me permitió abrir una ventana a un público nuevo, generar apoyo y preparar el terreno para que, una vez terminada la obra, pudiera continuar con mi producción. Ha sido un acierto: empecé sin experiencia y poco a poco aprendí, adaptándome a cómo funcionan hoy las cosas. Ahora agradezco mucho haber tomado esa decisión, porque me ha dado visibilidad y me ha conectado con personas que valoran mi trabajo.
¿Qué hará con la obra?
El futuro de esta obra aún es incierto. Nació como un reto personal, un punto de inflexión en mi trayectoria, y durante el proceso me centré más en disfrutarlo y documentarlo que en pensar qué hacer después. Ahora que está terminada, estoy abierto a distintas propuestas, tanto de exposición como de proyección futura. Mi prioridad era acabarla con el nivel de calidad que esperaba de mí mismo; ahora empieza una nueva etapa para decidir qué camino seguirá.
¿Qué significa para usted la Monarquía?
Creo que la Monarquía es esencial en un país como España. Para mí representa un punto de unión entre todos los españoles y proyecta la imagen de una España con la que me identifico: preparada, culta y elegante. La Monarquía es un espejo en el que mirarnos para aspirar a ser mejores, pero también una proyección hacia fuera, porque contamos con representantes muy bien formados, entregados a su servicio y con la capacidad de transmitir una visión positiva del país en el extranjero. Esa labor, muchas veces silenciosa, me parece fundamental para nuestra sociedad y para nuestra imagen internacional.
Es un artista joven, ¿cómo es hacerse un hueco en este mundo?
Al principio cuesta, y mucho. Pasar de tener un trabajo estable durante siete años, con un sueldo fijo, vacaciones y seguridad, a dedicarte por completo a la pintura fue un cambio radical. Los comienzos fueron duros, porque supone arriesgar y salir de tu zona de confort. Pero hoy, un año después de entregarme en cuerpo y alma a mi obra, puedo decir que ha merecido la pena. Ahora tengo la suerte de contar con bastante trabajo y con la confianza de instituciones y particulares que han creído en mí gracias a mi trayectoria y a la visibilidad que me dio el retrato de los Reyes. Estoy muy agradecido. Y si algo he comprobado es que, en este mundo, cuanto más trabajas y más demuestras, más puertas se abren.
¿Qué le diría a una persona que empieza a pintar?
Le diría que pinte. Que, si lo hace como hobby, lo disfrute; si quiere vender, que lo intente; y si no, tampoco pasa nada. Lo importante es que nunca deje de pintar. Yo mismo pasé muchos años trabajando en otros ámbitos, pero la pintura siempre estuvo conmigo. Y cuando llegó el momento, pude reconducir mi camino hacia ella. Si en algún punto la pintura te da la oportunidad de vivir de lo que amas, es maravilloso; pero si no, seguirá siendo una fuente de disfrute y satisfacción personal. El arte es eso: la experiencia de crear, de sentir y de completar una obra. Lo que pase después con ella ya es secundario.
¿Cómo se imagina dentro de cinco años?
Me gustaría verme consolidado. Ahora tengo 30 años y siento que es el momento de sentar unas bases firmes. Mi objetivo es que mi obra tenga el peso suficiente para permitirme vivir de ella con tranquilidad, siempre vinculado al arte. Pero soy consciente de que el futuro es incierto, y al mismo tiempo quiero mantener abierta también la puerta de la gestión cultural. Tengo una trayectoria en fundaciones y museos que me enorgullece, y no descarto volver algún día a un proyecto en el que pueda aportar desde la dirección y la gestión. Para mí, ambas vías —la artística y la institucional— forman parte de mi identidad y me gustaría que siguieran vivas.
¿Con qué sueña Alberto Rubio?
Mi sueño es seguir en Sevilla, cerca de mis raíces, viviendo del arte y rodeado de lo que me hace feliz. Recuerdo una canción del grupo Siempre Así, “Y cuando vuelva a Sevilla en primavera”. Con esa canción me fui de mi ciudad para buscarme la vida, y con esa misma volví. Resume muy bien lo que significa para mí el camino recorrido y el sueño de seguir construyendo aquí mi futuro. En lo personal, mis sueños son sencillos: una vida tranquila en Sevilla, con mi gente, con lo que de verdad me llena.
Texto: Fernando Copete
Fotos: Javier Baños