EL ARTE DEL CUERO QUE NACE EN LEBRIJA Y EMOCIONA AL MUNDO
En la vibrante Feria del Caballo de Jerez de 2025, el público se detuvo un instante para rendir homenaje a un hombre cuya vida ha sido un tributo silencioso a la excelencia, la tradición y la belleza hecha a mano. Francisco Dorantes, maestro guarnicionero y fundador de Dorantes Harness, recibió el Premio Caballo de Oro en un acto que fue, más que una ceremonia, un canto a la dignidad del oficio artesanal.
“Fue un momento profundamente emocionante y difícil de poner en palabras”, recuerda Dorantes, con la serenidad de quien ha caminado mucho y no ha olvidado de dónde viene. A su lado, su familia, su equipo de trabajo y sus amigos formaban un círculo íntimo y poderoso. “Sentí que no era solo un premio para mí, sino para todos los que han trabajado a mi lado, para mi familia, para los que me enseñaron y para quienes siguen confiando en nosotros cada día”.
El acto fue una auténtica postal viva de la Andalucía más noble: jinetes, carruajes, un pasillo de honor formado por su equipo, y el perfume inconfundible del respeto por las raíces. “Cada carruaje, cada jinete, cada detalle tenía un sentido”, dice. “Fue como mirar atrás y ver todo lo que hemos construido juntos”.
Porque Dorantes Harness no nació con vocación de grandeza, sino con amor. En un pequeño taller de Lebrija comenzó todo hace más de 30 años, y desde entonces, cada costura, cada remache, cada hebilla ha sido testigo de una filosofía inquebrantable: excelencia sin atajos, honestidad como brújula y pasión como motor.
En su emotivo discurso, Dorantes recordó a sus primeros maestros en Jerez. “Personas que no solo sabían de cuero, sino que también me transmitieron un respeto profundo por la profesión”, dice con humildad. “De ellos aprendí la importancia de la precisión, la paciencia y la humildad”. Esas enseñanzas siguen vivas hoy en su taller, resonando en cada decisión, en cada diseño.
Ese respeto se ha convertido en el alma de Dorantes Harness, hoy una marca reconocida dentro y fuera de nuestras fronteras. Lo que empezó como un pequeño espacio es hoy un referente nacional e internacional del trabajo artesanal en cuero. Pero nada de eso ha hecho que Dorantes pierda el rumbo. “Hemos crecido paso a paso, con honestidad, sin atajos, y siempre escuchando al cliente”.
“Puedes tener las mejores herramientas del mundo, pero sin manos sabias y corazón, no hay arte”, asegura Dorantes. Por eso, en su taller no hay empleados: hay una familia. Una comunidad donde se enseña con calma, con generosidad, como se hacía antes, con el orgullo de quien sabe que pertenece a algo valioso. “Formamos a jóvenes con vocación, transmitiéndoles cada detalle, cada truco, cada historia”. Esa transmisión no es solo técnica. Es también ética. Un legado que no se mide en piezas, sino en valores.
Aunque el universo ecuestre sigue siendo el alma del taller, Dorantes Harness ha sabido abrir nuevas puertas hacia el mundo de los complementos de lujo. “Lo que aprendimos haciendo guarniciones lo aplicamos ahora a bolsos, cinturones y carteras”, explica. La tradición se convierte así en el cimiento de una marca que habla el idioma de la moda sin perder acento.
Y es que, en un mundo que consume rápido y olvida deprisa, la artesanía se alza como un refugio de autenticidad. “En un mundo saturado de lo inmediato, lo artesanal representa autenticidad, permanencia y alma”, dice Dorantes. Por eso, el taller combina técnicas centenarias con materiales innovadores y procesos sostenibles, sin renunciar a su esencia.
El Premio Caballo de Oro ha sido un punto de inflexión, pero no de cierre. Dorantes mira al futuro con ilusión y con esa misma energía silenciosa que lo ha acompañado durante décadas. “Queremos seguir expandiendo la marca y que el mundo conozca de verdad lo que hacemos”, afirma. Porque lo que nace en Lebrija tiene alma universal.
Además de seguir formando a nuevas generaciones, Dorantes sueña con que cada pieza que salga de su taller sea una embajadora de una forma de entender la vida, el arte y el trabajo. “Nuestro trabajo nace en un pequeño taller en Lebrija, pero tiene alma universal”.
La historia de Dorantes Harness es, en el fondo, una historia de resistencia. De cómo un hombre convirtió un oficio en arte. De cómo un taller se transformó en una escuela de valores. Y de cómo un pueblo como Lebrija, lleno de tradiciones, sigue brillando en cada pieza que lleva su nombre.
De este modo, Francisco Dorantes no solo trabaja el cuero. También moldea el tiempo, la paciencia, la memoria. Y en cada uno de sus productos late una promesa: la de que el lujo más verdadero sigue siendo, como siempre, lo que se hace con las manos y con el corazón.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: cedidas por taller