3 Ago, 2020 | cartas del director

Mario Niebla del Toro Carrión.

Director de la Revista Escaparate        

“Toleremos de una vez la vida que es insegura, imprecisa, impredecible y hagamos de ella una aventura fascinante”

Tres papas, dos reyes, dos crisis históricas económicas y una pandemia. Los nacidos en mi quinta no hemos podido tener más puntería a la hora de vivir en una incertidumbre social constante que pone cuesta arriba cualquier proyecto con dos dedos de ambición y proyección de futuro. No vivimos días de bombo y platillo, de tiros largos, de campanas al vuelo, más bien de guardar la ropa y salvar los muebles al parecer. Y entonces me pregunto: ¿En qué momento vamos a darle la oportunidad a nuestros sueños? ¿En qué momento fantasearemos con crear nuevos caminos con la esperanza, la calma, las buenas noticias como escenario o telón de fondo? En estos días en los que las ganas de superarnos y de reinventarnos creo que debería ser la tónica de la generalidad. En esta crisis social provocada por la crisis sanitaria de la Covid hay muchos que se suben al carro de los brazos cruzados. Esos que se dejan llevar por la marea del “no es el momento de hacer nada”. Llevando la prudencia en lo más hondo de nuestro ser y que sea la que avale con criterio nuestros actos, creo que es el momento precisamente de no estarse quieto. Es el momento de apostar, de dar un paso, de vivir el riesgo a equivocarnos por no renunciar a nuestros sueños. Toleremos de una vez la vida que es insegura, imprecisa, impredecible y hagamos de ella una aventura fascinante donde los éxitos resuenen y los fracasos enseñen sin necesidad de mermar nuestro alma, nuestro ánimo. Tengo necesidad imperiosa sintomática de escuchar buenas noticias o de percibir que el mundo se está levantando, porque el espectáculo debe continuar. No me gusta y, si me apuran, ni nos pega vivir arrastrados por la marea del inmovilismo que se resigna y se frena más de lo que las circunstancias estrictamente dictan. Apretémonos los cordones de los zapatos, bien limpios, salgamos acicalados y con cara de descansados y la sonrisa puesta para pelear como jabatos por nuestros sueños en esta nueva normalidad con cara escuálida de ojeras y palos como nunca hemos conocido los de mi generación. No dejemos que calen los mensajes del “no se puede” y levantemos la bandera del “sí se puede” de la manera que sea posible. En la vida se pueden tener resultados o excusas, nunca las dos al mismo tiempo. Démosle la vuelta a la tortilla de la guasa que nos estamos tragando, engullendo, en este complejo momento que nos trajeron en bandeja, sin que nos lo avisaran previamente y saquemos adelante ideas, iniciativas, fórmulas reformuladas. Todo menos quedarnos enquistados, atrofiados mentalmente, emocionalmente y todo lo que acabe en mente que le corte las alas de nuestro compromiso con la felicidad personal e intransferible de cada uno y con sus ganas de crecer y de avanzar en el camino que un día se marcó. Si ha tenido la generosidad de leer este despilfarro de letras sin ánimo de lucro tiene dos opciones: Hacer de ellas una invitación a la reflexión y levantarse para comerse el mundo o, por el contrario, instalarse en la nada, en el piñón fijo, inalterable, inerte. Tiene la oportunidad de luchar por el cambio de rumbo que le lleve a navegar en mareas inestables pero que sean el prólogo del mejor momento de su vida. Si no le motiva, porque le puede el conformismo, la resignación inconmovible, no mire al menos con ojos de venganza a quienes abandonaron su equipo y se lanzaron a pecho descubierto al campo de batalla, aspirando a la gloria, escuchando a las musas de nuestros sentimientos más puros. No se alegre si se estrellan, ni juzgue con mala baba el éxito ajeno, porque bien sabrá que vino con más arrojo y esfuerzo que simple suerte. La suerte suele venir con el riesgo, la lucha, la aspiración, la ilusión y las ganas de vivir con la adrenalina de no tener seguridad más que de la de querer cambiar nuestro mundo. Yo quiero correr el riesgo de vivir en primera persona y no viviendo la vida de los demás, detrás del visillo de nuestros miedos. Pienso que es el momento. Cada uno que elija en conciencia de qué lo es. ¡Hola agosto!

 

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