POLÍTICO Y ESCRITOR: «LA INSPIRACIÓN LLEGA TRABAJANDO»
El político sevillano Gregorio Serrano, conocido por su trayectoria como teniente de alcalde y delegado de Fiestas Mayores, Turismo y Economía en el Ayuntamiento de Sevilla, ha sorprendido al público con su incursión en la narrativa. Licenciado y Doctor en Derecho, Serrano siempre fue un lector empedernido de novelas históricas y, durante los meses de confinamiento por la pandemia, decidió pasar del lado del lector al del escritor, trazando la historia que se convertiría en su primera novela.
Su debut literario es una apasionante inmersión en la historia de Sevilla, centrada principalmente en el Alcázar de Sevilla. La novela se ambienta en 1918, un periodo clave de transformación urbanística, social y económica en Sevilla, mientras la ciudad se preparaba para la Exposición Iberoamericana de 1929. Es precisamente en el Salón de Tapices del Alcázar, donde el autor nos explica la importancia de su investigación en la Hemeroteca Municipal, reflexiona sobre las luces y sombras del derribo del caserío sevillano para crear la ciudad moderna, y confiesa su sueño de escribir la segunda parte de la novela.
¿Cómo surgió la idea de escribir su primera novela?
Siempre he tenido inquietudes literarias, aunque desde el punto de vista del lector. Me considero un lector empedernido, sobre todo de novelas históricas y libros de historia. Durante el confinamiento, tras ordenar los armarios y dedicar tiempo a actividades cotidianas, me pregunté: “¿Ahora qué hacemos?”. Entonces decidí abordar la literatura desde el otro lado de la barrera, como escritor.
¿Cómo comenzó su andadura como escritor?
Me senté un día delante del ordenador con la pantalla en blanco y tracé un pequeño borrador de la historia que quería contar. Durante los meses de la pandemia fui hilvanando toda la trama. Al ser una novela histórica, fue imprescindible un proceso riguroso de documentación para reflejar correctamente la época y, a partir de ahí, integrar la historia ficticia.
¿Ha influido su trayectoria profesional en la creación de la novela?
Sí, mi experiencia como teniente de alcalde y delegado de turismo de Sevilla influyó mucho. La novela habla de Sevilla y de uno de sus principales monumentos: el Alcázar. Quise mostrarlo a los sevillanos, que muchas veces no lo visitan a pesar de su importancia histórica y patrimonial.
Además, mi cargo me permitió poner en valor a un personaje real: el Marqués de la Vega-Inclán, Alcaide del Alcázar en 1918 y pionero en la promoción del turismo moderno en España, nombrado por el rey Alfonso XIII. La novela refleja tanto su figura como el patrimonio del Alcázar y la historia de la ciudad.
¿Por qué eligió el Alcázar de Sevilla como escenario principal?
Por dos motivos. Primero, porque quería mostrar a los sevillanos un monumento fundamental que, a menudo, es desconocido para ellos. Segundo, por razones sentimentales: el Alcázar está cerca de mi casa y muchas tardes iba allí con mis hijas a jugar; ellas prácticamente crecieron entre sus jardines.

¿Y Por qué ambienta la novela en 1918?
Fue un año clave en Sevilla. Comienza con la primera Cabalgata de Reyes en la ciudad y recorre otros acontecimientos importantes durante la cuaresma y la Semana Santa, como el estreno de marchas procesionales que aún hoy se disfrutan. Además, 1918 marca un periodo de transformación urbana, social y económica previo a la Exposición Iberoamericana de 1929, un momento menos estudiado que la propia Exposición, pero fundamental para entender la ciudad que surgió después.
¿Cómo fue el proceso de documentación para la novela histórica?
Fue doble. Primero, la investigación del contexto histórico, que requirió muchas horas de estudio en mi biblioteca personal y en la Hemeroteca Municipal. Revisé periódicos de la época, como El Liberal, El Noticiero Sevillano y Correo de Andalucía, que reflejan muy bien la vida de aquellos años. Segundo, la creación de la trama de misterio y suspense, que exige imaginar un principio, un desarrollo y un desenlace atractivos para el lector.
¿Qué descubrió sobre Sevilla al escribir la obra?
Descubrí que detrás de grandes acontecimientos, como la Exposición Iberoamericana de 1929, hay también sombras. Por ejemplo, para modernizar la ciudad se derribaron muchas viviendas y calles estrechas, como en la Avenida de la Constitución o la Plaza de la Campana. La transformación urbanística tuvo luces —la ciudad moderna que conocemos—, pero también sombras para quienes perdieron sus hogares.


Y como escritor, ¿qué ha descubierto?
He descubierto que contar una historia no es fácil. La inspiración llega trabajando, y a veces uno se atasca. Es un proceso de crecimiento personal: escribir con la responsabilidad de que otros leerán tu obra implica esfuerzo y perseverancia.
¿Cómo describiría su transformación personal al convertirse en escritor?
Ha sido algo que nunca imaginé. Terminar la novela y leer la palabra “Fin” me dio una gran satisfacción. Presentarla en el Salón de Tapices del Alcázar, rodeado de amigos y compañeros, fue una experiencia inolvidable. Ahora, mi mayor deseo es que los lectores disfruten de la novela y pasen un buen rato leyéndola.
Si publicar y presentar la novela fue un sueño cumplido, ¿con qué sueña ahora Gregorio Serrano?
Sueño con escribir la segunda parte de la novela, que se desarrollará en 1929, durante la Exposición Iberoamericana. Espero que los lectores la reciban bien y que la inspiración me acompañe para completarla y presentarla en unos años, mostrando a los sevillanos la visión de la ciudad que quiero reflejar.
TEXTO: FERNANDO COPETE FOTOGRAFÍA: GERARDO MORILLO



















