EL HOMENAJE ANDALUZ A LA ALTA COSTURA DE PARÍS
En Andalucía, el fervor no es solo una emoción interna, sino una experiencia vivida con una pasión intensa hacia las tradiciones más arraigadas de nuestro sentir. En una tierra llena de ritos y cultura, sus artistas siempre han bebido de esas raíces, ya sea cayendo en los tópicos o, por el contrario, reinterpretándolos, como es el caso de la diseñadora Juana Martín, quien de una manera única ha rendido un homenaje andaluz a la Alta Costura de París.
La reconocida diseñadora cordobesa ha vuelto a deslumbrar en el foco del mundo de la moda desde uno de los epicentros del pensamiento europeo: la Sorbona de París. Fervor ha sido su propuesta para la temporada Otoño/Invierno, una colección que, entregándose en cuerpo, alma y corazón, se presenta como testimonio de su inquebrantable compromiso con la cultura andaluza como principal fuente de inspiración.
Fervor es una inmersión profunda en la tradición, la fe y la identidad andaluza. Su puesta en escena desplegó una narrativa íntima y cargada de simbolismo, donde cada prenda contaba una historia que resonaba como una Semana Santa reinterpretada a través del lenguaje de la moda contemporánea.
El desfile se inició con la primera modelo descalza, transmitiendo una expresión cargada de emoción contenida, similar a la que despierta el paso de una procesión. La pieza central que portaba era una creación escultural confeccionada en cuerda que evocaba la silueta de Cristo crucificado, obra del imaginero Manuel Martín Boíllo. Sobre los hombros de la modelo caían drapeados de tela marfil, reminiscentes del sudario del Señor, despertando una solemnidad palpable y marcando el tono de la propuesta.
La gama cromática de las creaciones se centró en tonos neutros como el blanco, el marfil y el negro, realzados por delicados acentos rosados. Esta dualidad entre claros y oscuros, sello distintivo de Juana Martín, construye una narrativa visual que transita entre la pureza representada mediante tejidos translúcidos, aplicaciones de pedrería y elementos celestiales y, por otra parte, la austeridad penitente, expresada a través de formas oscuras, cuerdas trenzadas y ornamentos que evocaban coronas de espinas.
Entre los tejidos utilizados por la diseñadora, el ruan fue el protagonista. Esta tela, que viste cada primavera a nazarenos y penitentes de toda la geografía andaluza, asumió un rol central en la propuesta, estableciendo un diálogo con otras texturas como la ligereza de la gasa japonesa, la opulencia del terciopelo y la sutileza de los encajes con motivos florales. La cuerda, por su parte, aportó una estructura simbólica que adquirió un peso significativo dentro de la colección.
Las siluetas presentadas lograron un equilibrio visual y conceptual al combinar piezas más estructuradas con otras de caída libre y movimiento etéreo. Esta dualidad permitió explorar la tensión entre lo rígido y lo liviano, lo ceremonial y lo íntimo. Entre las formas más destacadas sobresalieron los vestidos columna, de líneas puras y verticales, que contrastaban con amplias capas de gran dramatismo y mangas envolventes que aportaban un aire teatral. Estos elementos fueron enriquecidos con accesorios cuidadosamente seleccionados: tocados escultóricos, velos vaporosos y piezas de joyería que evocaban lo sacro, reforzando el tono ritual de la propuesta.
El desfile no fue concebido como una simple sucesión de prendas, sino como una secuencia narrativa hilada con intención, donde cada diseño servía de capítulo dentro de una historia mayor. Esa planificación rigurosa hizo que la puesta en escena se percibiera como un relato fluido y emocional, más cercano a una liturgia estética que a un espectáculo convencional.
Uno de los pasajes más conmovedores y simbólicos fue el cierre, con una evocación de nuestras tradicionales “petaladas”, profundamente arraigadas en las procesiones. Juana Martín reinterpretó este gesto de manera delicada y poética para el final de su colección. La escena estuvo protagonizada por un vestido-velo etéreo, confeccionado en un tejido translúcido que caía como un suspiro, cubierto por una lluvia de pétalos de rosa cuidadosamente aplicados.
Águeda López actuó como coanfitriona del desfile, y la firma de Juana Martín contó con el apoyo incondicional de patrocinadores como Málaga de Moda y Plenitas, habituales en sus eventos. El calzado provino de la marca de lujo italiana Francesca Bellavita, y el equipo de maquillaje y peluquería (MUAH) estuvo a cargo de Menchu Benítez y Rafael Maqueda, junto a ICON.
La presentación de esta colección tuvo un significado especial, ya que Juana Martín acababa de recibir el Premio Nacional de Diseño de Moda 2025, otorgado por el Ministerio de Cultura. Según declaró el jurado, el galardón reconoce “a una diseñadora que, desde una raíz profundamente gitana y andaluza, ha construido un lenguaje propio que conjuga emoción, vanguardia, excelencia técnica y una visión poética del diseño, comprometida con el papel de la moda como forma de expresión cultural”.
Además, este prestigioso reconocimiento refuerza el valor de su incorporación al exclusivo calendario de la Fédération de la Haute Couture et de la Mode (FHCM), situándose junto a otros creativos españoles de la talla de Balenciaga o Rabanne.
Fervor, de Juana Martín, no solo ha deslumbrado en la pasarela parisina, sino que ha reafirmado su propósito de reivindicar la autenticidad de su firma, la cultura y las tradiciones, frente a las modas efímeras. Su éxito en la Sorbona consagra, una vez más, su posición como una de las voces más influyentes y respetadas en el panorama de la moda internacional.
Texto: Tirso Núñez
Fotos: cedidas por Juana Martín