DISEÑADOR: “LLEGO A SEVILLA Y SE ME PASA TODO”
En esta entrevista nos sumergimos en el fascinante mundo de Fabio Encinar, diseñador madrileño pero sevillano de corazón, que se desdobla en dos realidades: el Fabio de la vida diaria, de gustos más clásicos y espíritu conservador, y el diseñador, cuya visión creativa es un lienzo abierto a la experimentación y la exploración.
Es precisamente en esta colisión de personalidades donde, según él, reside la esencia que da vida a sus propuestas. Creaciones que han cautivado desde Tamara Falcó o Amaral hasta clientas de cualquier rincón de España, y que son ellas quienes realmente ponen en valor su trabajo.
El camino de Fabio en la moda se inició de forma casual, impulsado por la propuesta de un amigo que lo animó a probar suerte en la célebre Central Saint Martins de Londres. Tras forjar su experiencia como director creativo en el Grupo Barbour durante doce años, su propia firma, Encinar, nació de manera orgánica y hoy celebra una década.
Diez años de éxitos y colecciones que beben de la misma fuente y que cuentan una historia llena de sentido y verdad. Con este motivo hablamos con Fabio para ver desde sus ojos el apasionante mundo de la moda huyendo a la vez de ella.
¿Cómo es Fabio Encinar?
El Fabio personal y el Fabio diseñador son dos personas muy distintas. Como persona, soy mucho más clásico y conservador que como diseñador. Pienso que no tengo el perfil típico de otros diseñadores, y al crear tengo la mente más abierta; me gusta explorar. Esa dualidad es lo que hace que surjan cosas interesantes.
Esa dualidad de la que habla, ¿cómo influye en sus creaciones?
Es interesante, porque todos los registros que tomo como inspiración parten de una mezcla de contrastes muy intensa. Una colección mía puede incorporar códigos que van desde el pueblo gitano o la posguerra española, hasta una película alemana de los años 70 sobre la adicción a las drogas en Berlín. Hay una fusión entre lo “duro” o lo “feo” con referencias muy folclóricas españolas. En un desfile mío hay mucho volumen, color y volantes, lo cual podría asociarse con la alegría o la fiesta, pero al mismo tiempo proviene de un mundo oscuro. Muchas veces, esos universos se entrelazan, y eso es lo que me parece más bonito.
Háblenos de esa inspiración, de sus puntos de partida para crear.
Aunque cada colección tiene una inspiración diferente, hay ciertos referentes constantes, que van desde el folclore español o el cine de Saura, pero sin caer en lo típico ni en lo tópico, hasta un universo más oscuro y gris. Me gusta tomar esas referencias y llevarlas más allá. Por eso, aunque parezca mentira, mi mundo bebe más del París de los años 80 que del flamenco. Es decir, mi misión como diseñador es coger una referencia profundamente folclórica y española, y transformarla en un vestido que pueda llevar una chica de 20 años.
Con una inspiración tan marcada, ¿cómo convive usted con las modas?
Siempre he sido una persona muy independiente. Nunca me ha gustado formar parte de colectivos o asociaciones. Prefiero ir por libre y construir mi camino desde el taller. Mi objetivo es crear algo que el público quiera, que llegue a casa de la clienta, se lo ponga y lo valore por lo que es. Esa independencia también se refleja en mi manera de diseñar: no me interesa lo pasajero ni seguir las modas del momento. Me gusta que una pieza de hoy conviva con otra de hace cinco años o con otra dentro de cinco más. Así lo entiendo y para mí la moda es una evolución coherente dentro de un universo propio.
Habla de construir su camino desde el taller. ¿Cómo es su día a día?
Cada día es distinto, y eso es justo lo que más me divierte. No podría encasillarme en una rutina estricta porque me explotaría la cabeza. Mi trabajo es muy variado, cada clienta es diferente, y eso hace que el proceso sea muy entretenido. Me gusta escucharlas, entender qué quieren, y a partir de ahí imaginar y dibujar diseños pensados especialmente para ellas.
¿Qué momento vive, en su opinión, la moda española?
La moda en España, creo, vive un momento de esperanza. Mi generación y las que vienen detrás hemos aprendido a hacer mucho con muy poco. Nacimos profesionalmente en plena crisis, sin recursos ni ayudas. Hemos creado marcas, revistas y proyectos con presupuestos cero, y eso nos ha hecho más fuertes. Admiro muchísimo a diseñadores como Juan Vidal o Álvaro Calafat, que están rompiendo moldes. Pero no me gusta hablar de “moda española” como algo aislado. Somos diseñadores, al nivel de cualquiera en el mundo. Así deberíamos medirnos: sin complejos.
Ha vestido a rostros muy conocidos de nuestra sociedad. ¿Cómo valora esa experiencia?
Después de tantos años vistiendo a personas conocidas, me quedo con lo especial que es conectar con quienes admiraba de pequeño. Por ejemplo, actualmente visto a Amaral para su gira, y ella fue parte de la banda sonora de mi infancia; hoy es amiga. Un punto clave en mi carrera fue en 2019, cuando vestimos a Tamara Falcó para el anuncio de justo antes de las campanadas. Es el spot más visto del año y fue un gran escaparate. Ese tipo de momentos te posicionan, te dan visibilidad. Pero para mí, el verdadero orgullo no es que se vista un rostro conocido —que también—, sino que lo haga una chica de un pueblo cualquiera de España en un día importante para ella.
Uno de sus diseños más recientes y comentados en Sevilla ha sido el vestido de novia de Gabriela Represa de la Lastra. ¿Qué tuvo de especial ese encargo?
Diseñar el vestido de novia de Gabriela fue muy especial. En realidad, mi amistad empezó con Lorenzo, su ya marido, a quien adoro. Con el tiempo, Gabriela se volvió parte fundamental de mi vida, hasta el punto de que Lorenzo bromea diciendo que ahora somos más amigos ella y yo. Recuerdo que estábamos en una terraza de la Alfalfa cuando Gabriela me dijo que quería algo negro en su vestido, y así empezó todo. El vestido fue una auténtica obra de artesanía, con un cancán de 57 metros de tela.
Si pudiera hablar con el Fabio que empezó probando suerte en Londres, ¿qué le diría?
Le diría que no corriera tanto. Quise lograrlo todo muy rápido; quemé etapas a una velocidad enorme. Con 23 años ya salía en prensa, ya estaba intentando hacerlo todo. Ahora valoro mucho más disfrutar del camino. Pero es cierto que me he divertido mucho diseñando, y quiero seguir haciéndolo. El día que deje de disfrutar de mi trabajo, cambiaré de vida: me iré al campo a criar caballos.
¿Con qué sueña Fabio Encinar?
Con vivir en Sevilla. Aunque soy madrileño, mi corazón está en Sevilla. Es mi refugio cuando necesito escapar del ritmo de Madrid. Voy al menos dos veces al mes, y siempre digo: “Llego a Sevilla y se me pasa todo”. En Sevilla tengo un grupo de amigos y una forma de vida que me llena. A pesar de que tiene fama de ser una sociedad cerrada, conmigo ha sido todo lo contrario: me han abierto las puertas y me han hecho sentir parte de muchas familias. Soy feliz allí, en la Feria, haciendo el Camino del Rocío. Sevilla es pura felicidad.
Texto: Fernando Copete
Fotos: Guille Sola, Inma Mariscal y Pedro Martínez