EL FLAMENCO DEL SIGLO XXI AL PIANO: “AHORA MI MÚSICA BUSCA PROFUNDIDAD, NO SOLO VIRTUOSISMO”
En esta entrevista, nos adentramos en el universo musical de Andrés Barrios, pianista nacido en la cuna del flamenco, Utrera, pero forjado también en las disciplinas del jazz y la música clásica. Barrios redefine los límites del género desde el piano, fusionando tradición y modernidad con una honestidad emocional que atraviesa culturas y escenarios.
Su obra es un reflejo de constante transformación, como lo demuestra su último disco KM.0, donde el viaje físico por Andalucía se convierte en un viaje interior hacia la esencia artística. Con una madurez sorprendente y una sensibilidad única, Barrios nos habla del poder del mestizaje, de su conexión con Federico García Lorca y del valor de la introspección en un arte que, para él, es ante todo emoción viva.
Nació en Utrera, cuna del flamenco, pero se formó también en música clásica y jazz, ¿Cómo ha influido esa mezcla en su identidad artística?
Nacer en Utrera fue como tener el flamenco en la sangre desde el primer día. Es un lenguaje que mamé desde pequeño, de forma natural, sin etiquetas. Pero luego, cuando me adentré en la música clásica y el jazz, descubrí herramientas nuevas para contar historias desde otro lugar. Esa mezcla no es algo que yo haya forzado, sino que ha ido fluyendo conmigo. Hoy en día, cuando me siento al piano, no pienso en qué género estoy tocando; simplemente busco ser honesto con lo que quiero expresar. Esa libertad es la que define mi identidad artística.
Su estilo ha sido descrito como “flamenco del siglo XXI”, ¿qué significa esa etiqueta y cómo entiende la evolución del flamenco en la actualidad?
Para mí, esa expresión habla de un flamenco que respeta profundamente sus raíces, pero que no se queda quieto. El flamenco siempre ha evolucionado, desde sus orígenes. Lo que pasa es que ahora vivimos en un mundo globalizado, con acceso a muchas músicas y culturas, y eso se refleja también en el arte. El flamenco del siglo XXI, como yo lo entiendo, no tiene miedo a dialogar con el jazz, con la música electrónica o sinfónica, y el piano es un instrumento muy versátil para esa conversación.
¿Qué papel ha jugado su formación autodidacta en flamenco y jazz frente a su educación académica más formal? ¿Cómo conviven estas dos facetas en su proceso creativo?
Ambas se complementan. La parte autodidacta me dio intuición, oído, calle, libertad. Escuchar a los grandes y ponerme a imitar lo que sentía sin reglas fue esencial. Pero la formación académica me aportó técnica, disciplina y una comprensión profunda de la armonía. Cuando compongo o improviso, hay una parte estructurada, consciente, y otra que es totalmente intuitiva. Es un diálogo constante entre lo aprendido y lo vivido.
Ha tocado en escenarios tan diversos como el Festival de Essaouira en Marruecos o el Teatro Real de Madrid. ¿Cómo adapta su música a públicos tan diferentes?
Cada escenario tiene su alma, y a cada público hay que saber escucharlo. No se trata de cambiar lo que uno hace, sino de encontrar el tono emocional adecuado. En Marruecos, por ejemplo, sentí una conexión muy fuerte con la parte rítmica y espiritual de la música. En el Teatro Real, el ambiente exigía otra profundidad, otra narrativa. Pero en todos los casos intento llevar mi verdad y conectar desde la emoción.
Ha trabajado con artistas como Arcángel y Rocío Márquez, ¿cómo aborda las colaboraciones? ¿Qué busca en un artista para trabajar juntos?
Una colaboración solo tiene sentido si hay respeto mutuo y una visión compartida. No busco simplemente juntar nombres, sino crear algo que no existiría si no estuviéramos los dos. Con Rocío, con Arcángel, con Pedro El Granaíno, etc. siempre ha habido química artística y humana. Busco artistas que se atrevan a explorar, que no tengan miedo a salir de su zona de confort, pero que al mismo tiempo lleven el flamenco en la piel.
Su obra Universo Lorca y su álbum De Barrios a Lorca revisitan el legado de García Lorca desde una perspectiva actual, ¿qué le conecta con Lorca y qué le inspira de su obra?
Lorca me inspira profundamente porque entendió el alma del pueblo y supo elevarla a poesía universal. Él también fue un puente entre tradición y modernidad. En su obra hay compás, hay oscuridad, belleza, tragedia, pero también juego, fantasía. Me conecta su forma de mirar Andalucía con amor y con crítica, con un lirismo desgarrado. Musicalmente, trato de trasladar esa intensidad emocional a través del piano.
En su nuevo disco KM.0 habla de un viaje exterior por el sur de España, pero también de un viaje interior, ¿qué descubrimientos personales y musicales le ha traído este proyecto?
KM.0 es un retorno a las raíces, pero visto con los ojos del presente. Cada pieza está inspirada en un lugar real, Granada, Jerez, Utrera—, pero también en lo que esos sitios han despertado en mí a nivel personal. Ha sido un viaje de autoconocimiento, de aceptar mi identidad múltiple y de celebrar la diversidad musical de Andalucía. También me ha dado más claridad sobre el tipo de artista que quiero ser: uno que escuche, que observe, que se atreva.
Títulos como Ecdysis evocan conceptos de transformación. ¿Siente que está en un momento de cambio en su carrera? ¿Hacia dónde se dirige su música ahora?
Sí, sin duda. Ecdysis significa “muda de piel”, y eso es justo lo que he sentido en los últimos años. He soltado muchas estructuras, me he permitido experimentar con otros lenguajes y colaborar con artistas muy distintos. Ahora mi música busca profundidad, no solo virtuosismo. Me interesa cada vez más el silencio, el espacio, el mensaje. Lo que viene será más introspectivo, más conectado con lo esencial.
Como joven referente del piano flamenco, ¿qué cree que necesita el flamenco para conectar con las nuevas generaciones sin perder su raíz?
Necesita escucha. Las nuevas generaciones no rechazan el flamenco, simplemente lo descubren de otra forma. Hay que hablar su idioma, abrirles las puertas sin renunciar a lo que somos. Yo creo que si el mensaje es auténtico y emocionalmente honesto, conecta. Y además, el flamenco tiene algo que no pasa de moda: es real, es puro sentimiento.
Después de recorrer tantos escenarios y estilos, ¿qué le sigue emocionando como artista? ¿Dónde encuentra hoy su mayor fuente de inspiración?
Me sigue emocionando sentarme al piano y sentir que puedo decir algo nuevo, aunque sea solo para mí. También me inspira la gente con la que comparto música, desde grandes maestros hasta jóvenes con hambre de aprender. Y, por supuesto, la vida misma: un viaje, una conversación, un silencio a tiempo. La inspiración está en todas partes, solo hay que estar presente para reconocerla.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: Cristina Góngora
Ropa: Ángel Sclesser
Pianos: Kawai