BEGOÑA GARCÍA GONZÁLEZ-GORDON: “PEDRO NOLASCO ERA UN PERSONAJE FASCINANTE… EN LA FAMILIA CIRCULABAN HISTORIAS QUE ROZABAN LA LEYENDA”
En el evocador entorno de la Bodega de Los Apóstoles, entre aromas de historia y vino, se presentó El libro morado. Semblanza de Pedro Nolasco González Soto. Marqués de Torresoto, la nueva obra de Begoña García González-Gordon. No fue solo un acto literario, sino un reencuentro con la memoria y el linaje, un homenaje íntimo y entrañable al bisabuelo de la autora: una figura clave en el desarrollo de González Byass y, con ello, del Jerez bodeguero del siglo XIX. A través de un hallazgo fortuito, unas páginas mecanografiadas en tinta morada halladas en el archivo familiar, Begoña ha reconstruido la semblanza de un personaje encantador y vitalista, cuya historia personal dialoga con la transformación social y cultural de su tiempo.
Desde una mirada que entrelaza el periodismo, la memoria familiar y la pulsión por atrapar el pasado en papel, Begoña ha dado forma a una obra que trasciende la biografía. El libro morado es también un testimonio de amor por la tierra, por las raíces y por ese “volcán de vida” que fue Pedro Nolasco. Con imágenes cuidadas, documentos del archivo histórico de la Fundación González Byass y la sensibilidad que caracteriza su trayectoria como autora, Begoña invita al lector a sumergirse en una vida apasionada y en un Jerez que aún resuena en las calles, en las bodegas y en la memoria de quienes se empeñan, como ella, en no dejar que el tiempo borre lo esencial.
¿Desde qué lugar emocional y profesional ha escrito esta obra, que une su faceta de autora, periodista y bisnieta del protagonista?
Desde el mismo lugar emocional de todos mis libros: el deseo de conservar el pasado y hacerlo accesible a quienes vengan después. Pedro Nolasco era un personaje del que circulaban muchas historias en la familia, algunas con tintes de leyenda. Quise conocerlo mejor escribiendo sobre él, y lo que empezó como nostalgia acabó siendo pura diversión. Era incansable como trabajador y emprendedor, pero también se lo pasó de cine.
¿Cómo ha conjugado la herencia familiar con una posible mirada periodística en este libro?
No me considero periodista, aunque estudié la carrera. Me falta el arrojo de los buenos comunicadores. Pero mi formación me permitió conectar con la palabra escrita y escribir algunos libros. Si hay algo de mirada periodística, es la de una bisnieta curiosa por saber quién fue ese eslabón esencial de la historia familiar y de la bodega González Byass.
Más allá de una biografía, el libro retrata una época y una ciudad en transformación, ¿qué imagen cree que transmite de la sociedad jerezana del siglo XIX y principios del XX?
Pedro Nolasco fue una figura singular, pero también representativa de su tiempo. Nació en un Jerez próspero y poderoso, dentro de una de las bodegas más importantes. Crecer en ese entorno y con una educación cosmopolita marcaba carácter. Creo que muchos jóvenes de esa sociedad creían sinceramente que todo les era posible.
Durante la escritura, ¿qué rasgo de su bisabuelo le sorprendió o emocionó especialmente?
Su alegría y capacidad para disfrutar la vida. A diferencia de su padre, muy centrado en el trabajo, Pedro Nolasco tuvo un carácter distinto: igual de entregado a la bodega, pero abierto a múltiples intereses porque le divertían. Me emocionó especialmente imaginarlo, con solo ocho años, cruzando España hacia su internado en Tours. En vez de miedo, sentía entusiasmo y fascinación.
¿Cómo fue descubrir aquellas páginas mecanografiadas con tinta morada en el archivo de González Byass?
Fue un hallazgo maravilloso. El archivo, organizado por iniciativa de mi tío Mauricio y gestionado por personas como Juan Guerrero o Jesús Anguita, es un tesoro. Gracias a ellos supe de esas páginas sobre mi bisabuelo. A partir de ahí, todo fue descubrir y aprender.
¿Cree que escribir biografías familiares también es una forma de hacer historia y cultura?
Por supuesto. Pero, en mi caso, más que un objetivo intelectual, es un impulso vital: necesito agarrarme al pasado para que no se pierda. Si está en un libro, de algún modo, sigue vivo. Quiero que las personas importantes para mí no desaparezcan del todo.
La Fundación González Byass edita el libro, ¿qué papel atribuye hoy a las fundaciones familiares en la conservación de la memoria?
Pueden tener un papel clave, si así lo desean. La Fundación González Byass lo demuestra con hechos: exposiciones, publicaciones, una fototeca extraordinaria… Me siento afortunada de pertenecer a una empresa familiar donde la historia realmente importa.
El libro destaca también por su diseño y la selección fotográfica, ¿qué valor da a la imagen en la construcción de la memoria?
Muchísimo. Mi sobrina Paula Fernández de Bobadilla, que se encargó del diseño y la edición, defendió la importancia de hacer un libro bello, cuidado. Y tenía razón. Además, gracias a la fototeca de la Fundación y al empeño familiar por conservar imágenes desde los inicios de la fotografía, hemos podido incluir fotos maravillosas. Mi bisabuelo incluso pedía fotos a todos sus invitados. Así nació la colección que llamamos Los Álbumes del Cuco.
Pedro Nolasco fue un hombre elegante, vinculado a la realeza, el deporte, el vino… ¿Su vida representa una forma de vivir que se ha perdido?
No creo que se haya perdido, sino que ha cambiado. Él vivió la elegancia, el poder o el arte de vivir con naturalidad y responsabilidad. Hoy esos conceptos están más banalizados. Echo en falta cierta hondura, estética y valores que eran habituales en su tiempo, aunque ni él ni su época fueran perfectos.
Ha escrito sobre Doñana, su familia, su tierra… ¿Qué papel juega Jerez en su identidad como escritora?
Jerez es mi hábitat y mi paisaje. Mi entorno familiar me ha dado el nido que necesitaba para vivir, y de él han salido las personas reales que protagonizan mis libros.
Y si tuviera que resumir en una frase lo que le ha enseñado Pedro Nolasco durante este proceso, ¿cuál sería?
Que hay que disfrutar. Que la vida está para exprimirla al máximo, con aciertos y errores, alegrías y penas. Pedro Nolasco tuvo un volcán de vida dentro, y lo aprovechó sin reservas. Me alegra profundamente, por él y por mí.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: cedidas por González Byass