PINTORA: «EL ARTE SE ALIMENTA DE UNA CONSTANTE EVOLUCIÓN»
Los colores intensos de España se entrelazan en la memoria de Clelia Muchetti con los tonos más suaves del norte de Italia, dibujando un mapa de emociones que atraviesa paisajes, recuerdos y sueños. La pintora italiana, nacida en Capriano del Colle, en la provincia de Brescia, Lombardía, se define como una enamorada de España y una soñadora empedernida, porque, como decía Calderón de la Barca, “la vida es sueño y los sueños, sueños son”.
Su mirada se detiene en cada detalle, en cada matiz, y cuando se deja embriagar por los colores de la naturaleza o de los lienzos, a veces confunde la realidad con una experiencia onírica que trasciende lo tangible. Para Clelia, el mundo de los sueños se transforma en sinfonía y en himno a la vida, y cada obra es un reflejo de esa sensibilidad única. Recientemente inauguró una muestra en la Casa del Reloj de Sol, en El Puerto de Santa María, y allí la revista Escaparate se detiene con ella para hablar sobre su obra y sus emociones.
¿Qué le trajo a España?
Llegué por amor a un sevillano afincado en Italia, cuyos apellidos unen el de una antigua bodega jerezana, Ruiz-Berdejo, con el de los condes Sigurtà, de origen italiano. Aunque mi familia pertenece a la antigua República de Venecia desde el siglo XIII, compartí con él su nostalgia de España, lo que me llevó a conocer esta maravillosa tierra andaluza. Hemos recorrido juntos un largo camino entre Italia y España, dos países extraordinarios.
¿Cómo empieza a pintar y a adentrarse en el mundo del arte?
Desde que era muy pequeña. Mi madre pintaba muy bien y me dejaba jugar con sus colores. Comencé con el hiperrealismo y participé en algunas exposiciones colectivas con mis bodegones. Luego me acerqué a la fotografía, buscando reproducir la realidad en sus mínimos detalles. Sin embargo, los sentimientos no se pueden retratar; encontré la manera de expresarlos en el mundo de la abstracción, estudiando a grandes maestros como Vasarely, Kandinsky y Max Ernst, conocido también por su vínculo con Peggy Guggenheim.
¿Qué supone llegar a la abstracción?
Entrar en la corriente que algunos definen como “expresionismo abstracto de tono lírico” fue una experiencia única que me sumergió en los sentimientos y los colores. Las obras abstractas se adaptan al estado de ánimo de quien las contempla, transmitiendo sensaciones que lo figurativo no puede lograr, al estar limitado por la realidad de las imágenes.
Inaugura una nueva exposición en El Puerto de Santa María. ¿En qué consiste?
Esta vez he querido dar protagonismo a dos colores: el rojo y el negro. Le rouge et le noir, inspirado en la obra de Stendhal, pero también en las pulsiones freudianas entre Eros y Tánatos, en eterno conflicto.
¿De qué bebe esta exposición?
Del contraste entre el rojo, que representa la vida, la fuerza del amor, el calor del fuego y las puestas de sol, y el negro, que simboliza la oscuridad y el silencio. Para mí, el negro no es tristeza; la noche está llena de luces y de amores, un paisaje vibrante de vida. Como decía el filósofo indio Rabindranath Tagore: “No llores porque las lágrimas te impedirán ver las estrellas”.
¿Por qué en El Puerto de Santa María?
Es mi tercera experiencia en esta ciudad que amo y que para nuestra familia está llena de recuerdos. Nuestros hijos estudiaron en el Centro Inglés y en el Colegio de los Jesuitas. Exponemos aquí por tercera vez: la primera en 2013, en la Fábrica de la Luz con el patrocinio del Ayuntamiento; luego en agosto de 2024, en la misma galería; y ahora nuevamente, invitados por nuestros queridos amigos Honorio y Sol.
El lugar elegido es la Casa del Reloj de Sol. ¿Qué tiene de especial este palacio?
Sus actuales propietarios, Honorio Aguilar y Sol Cruz-Guzmán, ambos arquitectos, han creado una atmósfera muy especial: un lugar donde lo rústico y lo palaciego se mezclan en un juego mágico de luces y sombras. Incluso elementos cotidianos, como un saco de cemento, un viejo barril o una escalera apoyada en la pared, se convierten en parte de la experiencia artística, y los cuadros parecen haber estado allí desde siempre.
Háblenos de la Casa del Reloj de Sol.
Han logrado rehabilitar un edificio del siglo XVII y devolverle su esplendor. El mostrador del bar y los almacenes conservan su magia, contrastando armoniosamente con el patio de columnas de mármol negro y las antiguas vigas de madera. Lo que fue casa-palacio de cargadores de Indias se está convirtiendo en un importante centro cultural que da vida al barrio.
¿En qué otros proyectos está inmersa?
Estoy preparando una exposición en Córdoba para septiembre y otra a finales de octubre en la provincia de Brescia, Italia, donde nací.
¿En qué fase se encuentra?
Me encuentro en una fase muy creativa, siempre buscando nuevas fórmulas y emociones artísticas. Aunque mantengo fidelidad a una corriente, el arte se alimenta de una constante evolución.
¿Cuál es el sueño de Clelia Muchetti?
Ver el amanecer de un mundo en paz, donde el murmullo de las olas del mar se sobreponga a las explosiones de la guerra. Sumergirme en la inmensidad de sus colores y plasmarlos en un lienzo sería un pequeño reflejo de la fantástica obra del Creador.
Texto: Fernando Copete
Fotos: Gerardo Morillo