Desde la vuelta de los costaleros a la Custodia de Arfe hasta la recuperación de los gallardetes que engalanaron Sevilla para la boda de la infanta Doña Elena de Borbón: la crónica de uno de esos jueves que relucen más que el sol.
Sevilla volvió a brillar con la solemnidad y la belleza de su procesión del Corpus Christi, fiesta mayor que comenzaba con las campanas de la Giralda anunciando el gran día. Como es tradición, se celebró la misa estacional en el Altar del Jubileo y, posteriormente, se inició la procesión con la salida de los pasos. El primero el de la sevillana Santa Ángela de la Cruz, cuya congregación, que fundara hace 150 años, celebra un Año Jubilar por este motivo. A la santa le siguieron Santas Justa y Rufina, San Isidoro, San Leandro, el patrón San Fernando, la Inmaculada Concepción, el Niño Jesús, la custodia chica con la reliquia de la Santa Espina culminando con la Custodia de Arfe entronizando al Santísimo.
Casi un siglo después, Sevilla celebra la vuelta de los costaleros bajo las andas de esta Custodia. Fue portada así desde 1587 hasta que, en el primer tercio del siglo XX, el cardenal Ilundáin los sustituyó por ruedas. Fue en 1927 cuando la Custodia fue portada por última vez por hombres: 16 divididos en cuatro trabajaderas.
Eduardo Bejarano, capataz de la Virgen de los Reyes, ha sido el encargado de llevar a cabo esta tarea, dirigiendo a una cuadrilla compuesta por 30 hombres, distribuidos en cinco palos, para un paso que se calcula pesa alrededor de 1.200 kilos. En este sentido, Bejarano cuenta que para los costaleros esta experiencia fue “totalmente desconocida”, ya que no existían referencias claras desde la última vez que fue portado por hombres.
Personalmente, a Bejarano esta designación le hizo “mucha ilusión”, ya que continúa la saga familiar: el último en sacar al Santísimo con costaleros fue su bisabuelo, casi 100 años atrás, y ahora el mismo apellido volvía a estar al frente.
El capataz ha destacado la importancia de este hecho, ya que no entendía que el paso “más importante”, como es la Custodia de Sevilla —una ciudad con tanta tradición y afición al costal—, saliera sobre ruedas, asegurando que había “costaleros suficientes”, sin importar el peso.
La Custodia finalizada en 1587 por Juan de Arfe y Villafañe, es una de las obras de orfebrería sacra más grandes y complejas del Renacimiento español. Con casi cuatro metros de altura, su estructura se compone de cinco cuerpos decrecientes, organizados según órdenes arquitectónicos clásicos.
Su programa iconográfico, ideado por el canónigo Francisco Pacheco, defiende el dogma eucarístico, representando desde la Iglesia militante en su base hasta la Trinidad y la Fe en su remate, pasando por el viril rodeado de evangelistas y santos.
Esta fiesta está llena de iconografía e historia y fue instituida en el año 1264 por el papa Urbano IV tras el milagro eucarístico de Bolsena. Se extendió por Europa a partir del siglo XIV y, según el humanista Jesús Pozuelo, en Sevilla la primera referencia documentada de esta celebración data de 1389, aunque se cree que se celebraba con anterioridad.
En 1426, la procesión integraba a todas las autoridades de la ciudad: el Cabildo Catedral, el Ayuntamiento, los gremios y las cofradías sacramentales, formando un cortejo que unía lo civil y lo eclesiástico.
Pozuelo afirma que las calles se engalanaban, se colgaban tapices en los balcones y se erigían altares efímeros, dotando a la celebración de un carácter festivo y teatral. En 1477, incluso la reina Isabel la Católica asistió al Corpus en Sevilla, lo que subrayó su importancia política y simbólica.
El itinerario procesional quedó fijado oficialmente en 1532, partiendo de la Catedral, cruzando la Avenida, girando en San Francisco y regresando por Francos y Alemanes, un recorrido que se conserva hasta hoy.
Un papel fundamental en la expansión del culto eucarístico en Sevilla fue el de doña Teresa Enríquez, dama de la corte de Isabel la Católica, quien llegó a la ciudad en 1511. Ese mismo año promovió la fundación de la Hermandad Sacramental del Sagrario de la Catedral, considerada la primera cofradía sacramental formalmente establecida en Sevilla.
Como es tradición, las calles del centro de la ciudad que forman parte del itinerario del Corpus se volvieron a engalanar con altares efímeros, balcones y escaparates, que son iconos de esta celebración.
Este año 2025 ha marcado un hito histórico de participación en el certamen de altares, escaparates y balcones organizado por el Ayuntamiento de Sevilla. Se han registrado un total de 16 altares, 20 escaparates y 6 balcones, superando las cifras de 2024, año en el que ya se había notado un incremento de la participación de fieles, devotos y hermandades para embellecer el paso del Santísimo.
Entre los galardonados de este año destacan los altares, con el primer premio para la Hermandad Inmaculada de Castilleja de la Cuesta, el segundo para la Hermandad de Pasión y el tercero para la del Amor. En cuanto a los escaparates, el Convento de las Agustinas de San Leandro obtuvo el primer puesto, seguido por la Hermandad del Amparo y la de San Hermenegildo.
Finalmente, el balcón de la Hermandad de la Paz se llevó el primer premio, Casa Rodríguez el segundo y el restaurante El Pan Nuestro el tercero. A su vez, se concedió un Premio Especial a la Creatividad a la Hermandad de la Virgen de Araceli, por “convertir un escaparate en un espacio tridimensional recreando un oratorio privado sevillano”.
Otra de las novedades de este año es que se han estrenado nuevas colgaduras para los gallardetes que exornan el recorrido alrededor de la Catedral. Estos nuevos gallardetes, en tejido de tonalidad “rojo sacramental” y serigrafiados por ambas caras, han sido diseñados por José Manuel Peña y dirigidos por Francisco Javier Hernández Lucas.
Su diseño incluye un óvalo que representa el escudo de Sevilla, con el blasón de San Fernando, San Isidoro y San Leandro del Arco del Postigo del Aceite, y una recreación del NO&DO de la tumba de Cristóbal Colón. El delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés, ha destacado que esta acción busca “ensalzar esta Fiesta Mayor de Sevilla”. Además, se han reutilizado los antiguos gallardetes empleados en la boda de la infanta doña Elena hace tres décadas para engalanar las calles Cuna y Cerrajería.
Finalmente, de manera extraordinaria, destaca que el misterio de la Sagrada Cena presidió el altar del Palacio Episcopal. Y es que este año, la hermandad ha decidido que el Señor vaya acompañado tanto por la celebración del Año Jubilar convocado por la Iglesia como por los 475 años del origen de la primitiva hermandad en Omnium Sanctorum, allá en la calle Feria.
Texto: Fernando Copete
Fotos: Salvador Escobar / Ángela Muruve