PINTOR: «EL ARTE CONSTRUYE PUENTES»
Donde otros ven sombras, el artista marroquí Soufiane Bougrine encuentra un torrente de luz y color que brota desde su mundo interior. Su obra no es solo óleo sobre lienzo, sino un “puente” tendido sobre el azul del Mediterráneo entre las costas de Marruecos y el corazón acogedor de Málaga, la ciudad con la que siente una conexión tan fuerte que define como su lugar en el mundo.
Este pintor afincado en Málaga se dedica a plasmar la belleza y la alegría en cada una de sus obras. Fiel a la “escuela antigua”, se muestra escéptico ante la fugacidad de lo virtual y la digitalización, defendiendo la nobleza de la pintura: esa que transmite, provoca impacto y con la que sueña ser recordado.
¿Recuerda el momento en que sintió que la pintura iba a ser parte fundamental de su vida?
Desde pequeño empecé a pintar; siempre me ha gustado el arte y soy coleccionista de antigüedades y obras. Cuando venía a Málaga me encantaba visitar museos y, poco a poco, empecé a pintar, aunque nunca pensé que llegaría a tener exposiciones y éxito.
Su obra está llena de luz y de color. ¿De dónde nace esa inspiración?
Totalmente de mi interior. Desde el inicio, mis cuadros son pura luz y están llenos de color. Esa inspiración nace de mí y también de la influencia de artistas como Pablo Picasso o del maestro Antonio López, con quien tengo una gran amistad.
¿Cómo dialogan sus raíces marroquíes con su vida en Málaga?
Entre Marruecos y España siempre ha habido mucha conexión. Hay muchísimas cosas en común, como la cultura y el color. Andalucía está muy cerca del norte de Marruecos, y hay muchos pueblos —como Chauen, el pueblo azul— que son muy parecidos. Por eso, para mí no hubo dificultad al comenzar a vivir en Málaga. La elegí porque tiene muchas cosas en común con Tánger, mi ciudad natal.

¿Cuáles son esas similitudes que encuentra y que le hicieron quedarse?
Desde el clima o la humedad de Tánger hasta las fiestas. Con 14 años ya venía a Málaga, y me encantó la ciudad en aquella época, porque era prácticamente igual que Tánger. Mi familia sabe que, si muero, quiero que me entierren en Málaga. Siento una conexión muy fuerte y me siento en casa.
Volviendo a la pintura, ¿qué momento cree que vive el arte en España?
El arte, ahora mismo, a nivel mundial, está paralizado, congelado. Lo que más se mueve son las colecciones de pintores con nombres consagrados. Para los artistas nuevos la situación es complicada: hay mucha competencia. También está el tema de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial. Existen cuadros y galerías virtuales, puedes comprar un espacio digital y exponer o vender tus obras, y es un tema complejo.
¿Cree que esta digitalización beneficia al arte o corre el riesgo de hacerle perder su esencia?
Soy más de la antigua escuela. Hay cosas que, si no se tocan ni se saborean, no son lo mismo. Tenemos que adaptarnos, pero creo que el arte virtual no tendrá continuidad. Las pinturas del siglo XIV perduran porque son físicas: las ves en un museo. Pero un dibujo virtual en la nube no es algo tangible, y el arte debe transmitirte algo, provocar una sensación, sentirse en persona. Mi opinión es clásica: lo antiguo es duradero.


¿Qué le dice su pintura al mundo? ¿Qué quiere transmitir?
La interpretación de mis obras es muy abierta: cada persona tiene una visión distinta, y eso es lo bueno del arte contemporáneo y del abstracto. Lo que sí es cierto es que todos mis cuadros son alegres; no vas a ver un cuadro mío triste. Pinto lo que siento por dentro y quiero transmitir algo bonito. Si tu interior está lleno de tristeza, eso se plasma sin querer en los colores y las pinceladas. Por eso, cuando no estoy bien, me aíslo de la pintura y no puedo pintar.
¿Qué opina de los pintores que se inspiran en vivencias negativas y no buscan la belleza o la positividad?
Cuando pintas algo triste y negativo, nadie querrá plasmar eso en su casa, y esa obra puede desaparecer. Critico a quienes pintan tragedias solo para buscar foco mediático y llamar la atención. Eso no es arte puro, sino interés. Si pintas algo con elegancia y belleza, siempre acabará en una casa o en un museo como legado.
¿Qué le diría a los jóvenes artistas que sueñan con vivir del arte?
Hay que soñar y luchar por ello. Sin sueños no hay vida, y nada tiene sentido si no luchas por lo que te gusta. Hemos nacido para luchar, y cuando conseguimos algo, queremos más, porque el ser humano tiene ambición y hambre de superarse.


¿Y por qué sueña y lucha usted?
Sueño con que la salud acompañe a mi familia y a mí. Después de eso, con trabajar y colocar mis obras en lugares donde la gente me recuerde. Cuando vendo una obra, busco clientes que valoren el arte; quiero que mis cuadros estén donde realmente se aprecie el trabajo artístico.
¿Cree que se valora el arte?
El arte construye puentes. Hay que invertir más en cultura y en arte. España es número uno en pintura y vive de su historia, su cultura y su patrimonio artístico. Es cierto que cada vez se rehabilitan más edificios antiguos, pero también hay que apoyar a los artistas.
Texto: Fernando Copete
Fotos: Soufiane Bougrine



















