14 Dic, 2022 | cartas del director

Mario Niebla del Toro Carrión.

Director de la Revista Escaparate        

“El ser humano puede ser impresionante. Siempre hay motivos para luchar. Siempre habrá tentadores que nos dirán `imposible, chato´. Nada más motivador que luchar. Nada más satisfactorio que lograrlo”

direccion@revistaescaparate.com
@niebladeltoro

Foto: Aníbal González

Diciembre, como siempre, llegó estando previsto y, sin embargo, sorprendiéndonos con un espíritu reflexivo y con aires auditores de balances de un año que recapitula en su canto de cisne, en su epílogo de luces y excesos. Si he ido adquiriendo algo con el paso de los años, además de kilos y canas, es el detectar lo que quiero en concreto en la difusa y polifacética vida. Si he ido obteniendo algo con la madurez es la capacidad de elegir, de discernir, de apostar, de aclarar unas ideas que nos acercan al amor propio que nos hace más nosotros, más auténticos, más parecidos a lo que realmente somos, a lo que verdaderamente pensamos, a lo que sinceramente sentimos. Miro para atrás y concluyo con que valió la pena, porque los problemas no lo eran, sino retos. Los disgustos menguaron hasta desaparecer, con ayuda de saber relativizar y gastando tiempo. Nuestra capacidad de lucha por unos objetivos profesionales y emocionales fueron sorteando todos y cada uno de los chinos que se colaron en los zapatos, cada obstáculo en el camino, cada palito en la rueda del carro de nuestra vida. Acaba un año y se asoma otro, repitiéndose citas, rituales, costumbres, ceremonias grandes y pequeñas que nos lo hacen pasar volando y es por ello que entiendo interesante, como excusa de este ocaso, marcarnos nuevos horizontes que alcanzar, para seguir sumando, para seguir creciendo, para seguir aprendiendo en esta escuela vital que no deja de serlo hasta nuestro punto y final más rotundo. Este año quiero ahondar en mi objetivo de seguir haciéndome la vida más amable, más estética emocionalmente. Para ello seguiré siendo selectivo en quienes quiero que formen parte del mi paisaje diario. Quiero a mi vera a personas creativas, alegres, que vayan siempre de ida, nunca de vuelta; que se alegren del éxito ajeno y, lejos de la envidia, les sirva de revulsivo para relanzarse en la batalla personal que cada uno libre. Quiero hombres y mujeres que vean más virtudes que defectos en las jorobas ajenas y que rían hasta ser tomados por locos y salgan llorados de casa. Reírse es bastante serio y en serio deberíamos tomárnoslo. Hay mucha agresividad y hostilidad en la calle. Tenemos que ser impermeables a esa corriente de enfrentamientos que nos frenan en nuestra elevación espiritual. Animo a seguir trabajando por pulirnos de lo que nos empequeñece, por limpiarnos de sentimientos que nos alejen del pensamiento de los grandes de espíritu, generosos, creativos, positivos, emprendedores, sobrados de empatía. Puestos a marcarnos retos para el año entrante, yo querría seguir viviendo cada día como un regalo y que las personas que formen mi equipo, en todas mis facetas, tengan un denominador común: El compromiso, la lealtad, la sensatez. No me gusta el gris más que para las paredes y los trajes de vestir y nada me parece más admirable, después de la capacidad de perdón y de amar, que el compromiso. El compromiso también es amor, a una ciudad, a una persona, a una familia, a una hermandad, a una empresa, a un proyecto, a una patria, entendiendo patria por ese lugar físico o imaginario del que nos sentimos parte, hijos, herederos. Compromiso debería ser la palabra que sintetizara mi 2023, con sus peajes, con sus obstáculos, con sus heridas de guerra que acabarán tornando en medallas de nuestras pequeñas y grandes batallas vitales. La palabra imposible la entiendo de mediocres, de débiles, de conformistas, de fáciles de mente, porque ya lo dice el pueblo en su refranero, “hace más el que quiere que el que puede”, y nuestra mente es poderosísima. El ser humano puede ser impresionante. Siempre hay motivos para luchar. Siempre habrá tentadores que nos dirán “imposible, chato”. Nada más motivador que luchar por hacerlo posible, si nuestra felicidad está en juego. Nada más satisfactorio que lograrlo. No tiene nada que ver con la soberbia. Uno de los mayores atractivos en una persona puede ser su compromiso, su inconformismo, su capacidad de lucha, sin perder de vista el sentido y los tiempos. Las personas conformistas no son atractivas y aburren a las ovejas. Los pobres de espíritu siempre le atribuyen los honores a la soberbia, en un amago de querer lavar sus miserias en forma de crítica arrojadiza, al estilo clásico de la fábula de la zorra y la uva. Lo posible y el compromiso tiene que ver con la capacidad de superación, de querer ser más fuertes, más grandes, más libres, más felices. Lo posible y el compromiso tiene que ver con la autocrítica, con el afán de crecimiento y de aprendizaje para cogerle las vueltas a la tentadora rendición, sobre todo cuando más calor hace, cuando menos aliados se divisan, cuando las circunstancias acechan y el viento de cola no está a favor. Lo posible y el compromiso para este 2023, que se impacienta por llegar, tiene que ver con el amor más importante de todos en nuestro aprendizaje en la escuela de la vida que, después del amor a Dios, es el amor hacia uno mismo, es el amor propio. ¡Feliz Navidad y Feliz 2023!

 

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